Treinta y cinco radio telescopios
de Asia, Australia, Europa,
América y Antártica llevaron
a cabo un experimento sin
precedentes, destinado a medir
de manera continua, por 24 horas,
un conjunto de 250 quásares
remotos, en una iniciativa
impulsada por el Servicio Internacional
de VLBI para Geodesia
y Astrometría (IVS) en el marco
de la conmemoración del Año
Internacional de la Astronomía.
El Observatorio Tigo fue una de
las estaciones participantes de
la, hasta ahora, más grande sesión
de interferometría de base
muy larga (Very Large Baseline
Interferometer, VLBI), técnica
astronómica que pone en
combinación varios radiotelescopios
para observar un mismo
punto del espacio y cuyas
señales correlacionadas permiten
obtener imágenes con
resoluciones hasta 100 veces
mejores que las que entregan
los telescopios ópticos más poderosos.
Los datos que proporciona
VLBI también permiten a los
astrónomos determinar con un
alto nivel de precisión la ubicación
de quásares (los puntos
más remotos del universo)
que son usados como puntos
de referencia para todo tipo de
observaciones astronómicas y
que permiten establecer la posición
de la tierra en el espacio,
así como pequeñas variaciones
en su forma y rotación.
Red de puntos
celestes
Con una ubicación ampliamente
conocida, el grupo de quásares
observados en el experimento
constituyen el núcleo
de una red de puntos celestes
llamado Marco Internacional
de Referencia Celeste (ICRF2),
adoptado oficialmente como un
sistema de coordenadas fundamental
por la Unión Astronómica
Internacional (UIA) en
agosto de este año durante su
asamblea general celebrada en
Sao Paulo.
El director de Tigo, Hayo Hase,
señala que el experimento que
tuvo lugar entre el 18 y 19 de
noviembre puede ser considerado
como una especie de monitoreo
de los nuevos quásares –entre las que se cuentan algunas
del hemisferio sur- que serán
incluidos en el catálogo de
referencias celestes que en estos
momentos está siendo sometido
a un proceso de actualización
“con más fuentes de
radio y más mediciones”.
Es un paso importante ante la
inminente definición del ICFR2,
acota el ingeniero jefe
de VLBI del Observatorio,
Sergio Sobarzo,
quien destaca que la
extensión de las exploraciones
hasta nuestro
país permite incrementar
la resolución angular
de las imágenes obtenidas “dada la gran longitud
de la línea de base
entre TIGO y el resto de
las estaciones pertenecientes
a la red”.
A juicio de Sobarzo, el
experimento muestra
el potencial de la técnica
VLBI al poner al
servicio de la comunidad astronómica
un conjunto de 35
radiotelescopios perfectamente
sincronizados. “Es todo el poder
que el mundo globalizado
puede ofrecer para realizar las
mejores observaciones”, agrega
Hase.
Todos los datos adquiridos durante
la prueba proveerán la
información necesaria “para
orientarse en el universo”, explica
Hayo Hase. Son puntos
de referencia útiles, por ejemplo,
para la calibración del sistema
de posicionamiento global
(GPS) y que es usada por
los astrónomos como un mapa
para dirigir sus observaciones
y registrar el movimiento de los
objetos celestes más cercanos.
También sirven al trabajo
de las agencias espaciales
y a las geociencias “porque a
través de estos puntos fijos se
puede medir el comportamiento
de la tierra”, indica el director
de Tigo.
“Ahora sabemos mejor que antes
dónde estamos”, agrega.