“La Universidad es nuestra patria común”
“La magia de nuestra Universidad es seguir formando seres humanos notables” opina Patricia Llanos Campos(un hijo estudiante universitario) ingeniero comercial y profesional de la Contraloría General de la República, entidad que ha sido su único empleador y que le ha permitido-reconoce-haber presenciado el avanzar del país desde un lugar privilegiado a partir de 1974, cuando recién titulada ingresó a la institución.
¿Cómo percibe esa magia de las nuevas generaciones?
Se trata de personas con quienes puedes iniciar, de inmediato, relaciones gratísimas como me sucede-actualmente- con Víctor Barrientos, un ingeniero civil informático de la Contraloría de quien me separan muchos años cronológicos, pero que afortunadamente esta patria común permiten diluir con notable facilidad, o a Jessica Cabezas, joven y talentosa abogada que desde comienzos de este año se desempeña en la Contraloría.
¿Cómo fue que llega a la Universidad de Concepción?
Nací por casualidad en Osorno; mi infancia transcurrió en Temuco, también en Puerto Montt donde viví el terremoto del 60 y fue a mediados de la década del sesenta cuando mis padres empiezan e pensar en vivir en una ciudad con Universidad para que mi hermano y yo estudiáramos. Fue un proceso muy bien gestado, pues mi único hermano Marcelo y yo entramos a la Universidad.
¿Cuál fue su primera opción?
Ingeniería Civil Química, el año 1967. Me iba bien, me gustaba, pero le tenía horror al laboratorio y a los experimentos químicos. Decidí cambiarme a Economía, en 1968. Allí se inició el mejor período de mi vida, donde los estudiantes teníamos infinidad de opciones de todo tipo y lo más sustantivo la opción de aprender todo lo que querías. Yo fui oyente de Derecho Romano en Leyes, que era un tema que me sigue apasionando y en idiomas. Bastaba con que te inscribieras. Los permanentes debates de ideas eran cautivantes.
¿Mantiene vínculos con quienes formaron parte de su curso o de su escuela?
Recuerdo a Gregorio Ponce, quien fue el profesor que patrocinó mi práctica en Cidere. Están “Las tres Anitas” como llamo yo a igual número de compañeras y amigas con quienes mantenemos contacto. Puede que sean largos los períodos que no nos vemos, pero cuando lo hacemos es como si nos hubiéramos separado recién. Ana Luz Bobadilla, Ana Luisa Melo y Ana María Silva, todas estupendas profesionales, vigentes, que han ejercido la economía como lo hacen los ex alumnos.
Cuénteme cómo han sido estos años en la Contraloría.
En los primeros años no éramos demasiado mujeres profesionales, con excepción de abogadas. Hubo ahí una visión anticipada de permitírsenos el ingreso a un área de la importancia de la inspección-fiscalización. Formé parte del primer grupo de mujeres inspectoras de la Contraloría. Luego estuve en el Departamento de Inspectoría y la División de Auditoría Administrativa.. He tenido a mi cargo grupos de trabajo con programa y materias a fiscalizar. Conocí los fundamentos para la adopción de grandes medidas de reformas que se impulsaron e impulsan. Viví y me tocó trabajar en la transformación del Estado en el área educación. Me tocó liderar precisamente la fiscalización en el ámbito de la educación, cuando se produjo la transformación y el traspaso del sector público al municipal, además de la creación de un fuerte sector subvencionado particular. Trabajé en la asesoría técnica de la División de Auditoría Administrativa. Después trabajé en el área internacional y ahora en la Unidad de Auditoría Interna.
Es curioso el modelo de profesional trabajando toda su vida en un solo lugar y adaptándose a los cambios con facilidad.
¿Cuán desafiante resulta todo eso?
Para los tiempos actuales quizás, pero para nuestra generación no. En lo personal siento que he hecho una contribución al país y eso se genera al alero de altas instituciones. Soy del principio de la importancia del servicio público. He hecho muchas cosas al alero de la Contraloría, no desde de una estatura jerárquica tremenda. Respecto a la adaptación al cambio eso corresponde a los grandes valores otorgados por la Universidad y la familia, sin duda. El conocimiento, la reflexión, el pensamiento han sido ejes centrales de mi propia existencia que los he volcado además en mi trabajo.
-¿Cómo observa a la Universidad en sus 90 años?
Recién estuve en Concepción y por supuesto llevé a mi hijo a conocer lo que habían sido los espacios y paisajes, ese microuniverso de mi juventud en el barrio, ese territorio común que tenemos tantos ex alumnos. La veo como una Universidad vigorizada, liberada de un período complejo e incoherente, recuperada su alma y como te decía con un sello distintivo indeleble, una identidad especial, señera y de avanzada. Una gran Universidad.
Mónica Silva Andrade
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