Presidente Nacional de la Agrupación de Médicos de Atención Primaria
Mi intención es aportar a la construcción de un movimiento que potencie el sistema público de salud.
Apegado a la idea original de su carrera que tiene sentido en el servicio a los demás, Camilo Bass recuerda su paso por el plantel penquista entre los años 1992 y 1998 rememorando las mismas inquietudes que lo motivan hoy; principalmente potenciar el sistema de atención pública de salud y terminar con las inequidades de acceso.
Actualmente, especialista en salud familiar, trabaja en el consultorio número uno, Dr. Ramón Corbalán Melgarejo del Servicio de Salud Metropolitano Central. Se desempeña en el programa de salud mental, atendiendo personas con problemas de consumo de drogas. En dicho lugar, forma parte del equipo del programa piloto de atención de población transexual. Su ingreso a la Universidad de Concepción se debe básicamente al prestigio de la casa de estudios, que en aquellos años se erigía como un “centro del pensamiento libertario”.
Cuando miras hacia atrás y revisas tu paso por la Universidad qué recuerdos se te vienen a la memoria?
De mi paso por la Universidad, recuerdo obviamente muchas cosas, principalmente la intensa vida universitaria, el trabajo como dirigente estudiantil representante de mis compañeros en el Centro de Alumnos de Medicina, el trabajo en conjunto con la Federación de Estudiantes en los operativos médicos que comenzaron en Lota durante el último paro de los mineros, antes del cierre definitivo de la mina y luego continuaron en diferentes poblaciones y tomas de Concepción. Proyecto actualmente materializado en el Policlínico Comunitario Autogestionado de la población Agûita de la Perdiz. Además, durante mis estudios nació mi hijo Benjamín.
¿Cómo evalúas la ayuda prestada por la Universidad al momento de forjar tu camino profesional, tu especialidad, y tu integración a la sociedad?
Además de los estudios, la vida extra académica me ayudó a crecer y conocer más allá de los límites de la Universidad, en los operativos médicos, en las noches de discusión cuando la Universidad se encontraba en toma, el compartir con estudiantes de otras carreras y poder intercambiar ideas, el ilusionarnos que aún se puede soñar con cambiar el mundo, a pesar de las derrotas. Esto tiene mucho que ver con haber sido dirigente estudiantil y haber elegido seguir como especialidad la Medicina Familiar; así como también el hecho de actualmente encontrarme en la directiva nacional de los médicos de atención primaria. En general cuando estudias Medicina el tiempo transcurre con una gran rutina, entre estudiar e ir al hospital. Sin embargo, cruzando la calle, atravesando el Arco de Medicina y caminando hacia el Foro, se abre un mundo nuevo de sueños y de encontrarse con una realidad más concreta.
¿Cómo ha sido tu integración en la Medicina actual, en términos de servicio social y en el ámbito de la profesión en sí?
Luego de salir de la Universidad, ingresé a estudiar la especialidad de Medicina Familiar, lo que me permitió conocer el trabajo que se realiza en los consultorios públicos, encontrarme con la realidad de las personas que se atienden en ellos, realizar visitas domiciliarias en casas con pisos de tierra, un gran hacinamiento y una pobreza importante, por lo que me di cuenta de la importancia del trabajo que uno puede realizar. Creo que al trabajar en consultorios me pude acordar del motivo por el que había entrado a estudiar Medicina y que en el transcurso de la «deformación» académica uno olvida. Por esta razón permanezco hoy desempeñándome profesionalmente en un consultorio ligado al sistema público de salud, que es lo que me da la satisfacción de entregar mis conocimientos a las personas que más lo necesitan. En realidad es algo que no tiene precio, sentir que uno puede ayudar y ser útil, al mismo tiempo que recibe el cariño de las personas que atiende y puede aprender de ellas.
¿Cómo miras la Medicina en Chile, en términos políticos?
A pesar que en nuestro país contamos con buenos indicadores de salud en términos de promedios, lamentablemente la Medicina en Chile es una de las más inequitativas del mundo. El hecho de contar con dos sistemas de salud, uno para las personas de más dinero -aproximadamente un 15 por ciento de la población que tienen acceso a una salud privilegiada- y por otro lado, que todo el resto de las personas tenga que atenderse en un sistema con escasez de recursos; establece que el Estado chileno tiene institucionalizado un sistema de salud para ricos y otro para pobres, con tremendas diferencias en cuanto a sus resultados. A raíz de eso, uno puede concluir que lo más importante es cuánto dinero uno tiene, lo que es desde todo punto de vista una aberración, ya que el rol del Estado debiera ser todo lo contrario; es decir, debiera proteger a las personas, sobre todo las más vulnerables, y no permitir estas injusticias.
En la misma línea, rescato un informe publicado en abril por la Cepal, llamado «Chile: hacia un desarrollo inclusivo», en que se establece que en los últimos veinte años, Chile ha mantenido un sólido crecimiento económico que se ha manifestado en una duplicación del ingreso per cápita (...) sin embargo, persiste una inaceptable desigualdad de ingresos y de los niveles y calidad de vida.
Como líder de los médicos de atención primaria ¿cuál es tu labor?
Como presidente de la Agrupación Nacional de Médicos de Atención Primaria, mi intención es aportar a la construcción de un movimiento que potencie el sistema público de salud y dentro de éste la atención primaria y el trabajo médico en el nivel primario, como una forma de disminuir las inequidades de salud de nuestro país. Pues se ha demostrado que los países que cuentan con un sistema de atención primaria «fuerte» tienen mejores resultados en la salud en su población.
María Elizabeth Soto
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