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  Nº 648 miércoles 05 de agosto de 2009

 

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•ENTREVISTA

“Ser profesional de la Universidad de Concepción está relacionado con la calidad de las personas”

La Universidad te permite conocer otras realidades y abrirte un camino dependiendo de tus potencialidades.

Dice que su carrera ha sido muy vertiginosa y que se encuentra “muy cabro chico para el cargo”, que se trata nada menos que el de gerente general de Enap Refinería Bío Bío. En ese puesto asegura sentirse “uno más del equipo” y desde donde pretende crear “una relación más estrecha entre la Universidad y el sector industrial”.

Juan Carlos Gacitúa tiene 48 años y es egresado de Ingeniería Civil Química de nuestra casa de estudios. Trabajó 4 años en la Universidad de Magallanes, experiencia docente que le gustaría repetir, pero idealmente ligado a su alma máter. Luego volvió a la región a desempeñar diversos cargos que demuestran su versatilidad, cuestión que reconoce como característica de los egresados de la Universidad de Concepción.

De su época de estudiante recuerda que estuvo en la Universidad en una etapa “donde las libertades eran bastante restringidas y los alumnos éramos reflexivos y rebeldes”. Precisamente ese es otro sello que Gacitúa valora positivamente.

¿Cuáles son las principales herramientas y valores que le entregó la Universidad de Concepción durante su formación?

-La Universidad en general proporciona la posibilidad de compartir con varios mundos: los que tienen mucho y los que no tienen recursos. Eso te abre perspectivas, porque las personas que están en la clase media, aprenden a compartir, a convivir y a saber que en la vida hay gente que tiene más posibilidades en cuanto a plata y otros que no. Pero más que eso, que es un mundo que a veces no se ve, la Universidad te permite salir de esa realidad y abrirte un camino dependiendo de tus potencialidades, dependiendo de cómo pides ayuda, cómo te relacionas con los demás. Esa es la principal herramienta que te entrega la Universidad. Es decir, te muestra que en la medida en que sepas que estás inserto en un mundo donde hay muchas personas, puedes hacer casi todo con la ayuda de todos. Eso es lo fundamental.

¿Cómo influyó su formación en el mundo laboral y específicamente en su actual cargo?

-Yo no diría que fui un alumno brillante, mis notas estaban entre 60 y 70, pero lo que rescato de la Universidad, es que no hay que ser brillante en la vida, sino que hay que tener la capacidad para reconocer cuando uno no sabe y pedir ayuda. Si yo me pregunto por qué estoy aquí hoy en día, creo que es por la capacidad para relacionarme con la gente, reconocer lo que sé y lo que no, y por mi capacidad para juntar equipos, y la Universidad te muestra eso, que las cosas se hacen más fáciles cuando compartes conocimiento.

¿Cuál es el recuerdo que más lo marcó de su época de estudiante?

-Yo entré en una época donde la libertad estaba bastante restringida y por lo tanto, fue una época en que los alumnos eran muy reflexivos, muy rebeldes. Entonces eso chocaba con una realidad donde no podías decir muchas cosas, pero esa capacidad de juntarnos y ver una forma de expresarse fue teniendo sus frutos. Probablemente existieron otras universidades donde vivieron procesos parecidos, pero hacer universidad donde las libertades son restringidas no es fácil. Para profesores y alumnos, donde quizás no había el mismo pensamiento político, sí teníamos la misma forma de ver la libertad de expresión y de opinión. Entonces yo creo que eso nos generó un sello a muchos de nosotros.

¿Qué recuerdo tiene de los docentes que lo formaron?

-La universidad, específicamente en lo que se refiere a la Ingeniería Química, tiene un prestigio porque los profesores en general y los programas son súper rígidos y exigentes, por lo que te hacen tener una metódica y una necesidad de estudiar. Profesores como José Paredes, Alfredo Gordon, Méndez, entre otros. Todos ellos profesores exigentes, donde se pasaba por momentos de agobio y estrés, donde uno se va curtiendo y se va generando una cultura de exigencia y de trabajo. Lo que a mí me marcó fue el grado de exigencia y cierto grado de flexibilidad.

¿Le gustaría volver a la Universidad, quizás a traspasar su experiencia a las nuevas generaciones?

-Me encantaría volver a hacer clases, de hecho hace un tiempo me ofrecieron volver, pero estaba en una etapa complicada de mi vida personal y con mucho trabajo. Enseñar me encanta. Estuve 4 años enseñando en la Universidad de Magallanes, pero significa tener una dedicación especial, porque vas formando profesionales y tienes que dedicarte en plenitud a esa tarea, pero tengo unas ganas locas de volver a enseñar. Me gustaría, por ejemplo, poder traspasar la experiencia del área de las operaciones unitarias. Pero además me gustaría incursionar en el ámbito de las relaciones humanas, traspasar a través de esa área lo que uno vive en una matriz, cómo se relaciona con la gente, con los pares y sus jefes. No como receta, pero de alguna forma delinear y subrayar aquellas cosas que el sentido común a uno le dice lo que debiera o no debiera hacer.

A su juicio, ¿cómo podría reconocerse a un egresado de la Universidad de Concepción?

-El profesional de la Universidad de Concepción puede tener algunos “tips” muy relacionados con la calidad de las personas. Es un profesional que aún siendo de una especialidad, se puede desenvolver en muchos ámbitos. Esa es una característica fundamental de la Universidad. Un ingeniero químico puede desenvolverse no sólo en una industria química, sino que en una serie de otras industrias y no sólo en el ámbito de la ingeniería, también en recursos humanos o administración comercial. Hoy, ingenieros químicos egresados de la Universidad de Concepción están en el gobierno, en la universidad y en la administración de empresas. Ese es el principal sello.

Gonzalo Espinoza


 

 


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