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  Nº 642 miércoles 22 de abril de 2009

 

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Abre muchas puertas ser de la Universidad de Concepción

Su apellido es sinónimo de buen periodismo en la región, sin embargo Rebeca Schwartzmann Rojas (33, casada, dos hijos) es médico de la Universidad de Concepción especialista en radioterapia oncológica. Participó de la creación de la Unidad de Radioterapia de la Clínica Las Condes, donde se desempeña actualmente, compartiendo jornada con el Instituto Nacional del Cáncer. Es una de los 40 especialistas, no más, que hay en todo Chile.

Conoce por tanto la realidad de dos mundos, el público y el privado, cuando de dar la batalla se trata en contra de la enfermedad que otrora-recuerda-ni los medios de comunicación se atrevían a nombrar, reemplazándola por aquello de una “ larga y penosa enfermedad”.

Algo se ha ganado en esta lucha contra el cáncer. ¿Cómo es su experiencia?

Se ha ganado. Antes el cáncer era sinónimo de muerte. Actualmente el 60% de los cánceres detectados en etapa temprana son curables. Uno de los grandes desafíos en término de políticas públicas es desarrollar sistemas preventivos variados; evaluaciones que las mismas personas se pueden hacer y determinar tempranamente una situación. Estamos hablando del uso de protectores solares, por ejemplo; del dejar de fumar; de los chequeos periódicos, de una sana nutrición, del ejercicio físico. Sobre esa base y con las investigaciones que se realizan en todo el mundo, y con los avances logrados, es posible ser optimista.

Igualmente se trata de una especialidad en la cual se enfrentan al dolor, la desesperanza, la vulnerabilidad, sin hablar de los costos que implica.

Trabajar con enfermos de cáncer , en sus distintos niveles, requiere sicología, capacidad para apoyar al paciente y a su familia. En el caso de los niños es más elocuente. Padres y abuelos se asustan mucho y es comprensible que así sea. Diría que es una especialidad global. Efectivamente se enfrenta uno a muchas experiencias límites, desgastantes, especialmente cuando se ve los sacrificios anexos que hacen algunos pacientes sin recursos económicos para ser tratados, como caminar grandes distancias. En nuestro caso, eso es necesario abordarlo y tratarlo en uno y aprender a desligarte emocionalmente especialmente cuando llegas a casa. De no hacerlo puede uno terminar enferma. En Estados Unidos, por ejemplo, hay especial preocupación por este punto.

¿Se perfeccionó en Estados Unidos?

Fui como visitante internacional al Complejo Hospitalario de la Universidad de Harvard, el 2004. Eso incluye el Beth Israel, Brighman, Dana Farber Cancer Institute y el Children’s Hospital. También participé como coinvestigadora del estudio EFC 4690, para cáncer de cabeza y cuello, a cargo del Centro de Control de Calidad de la Radioterapia de Estados Unidos, entre 2004 y el 2006.

¿Por qué eligió su especialidad y de qué se trata?

Porque me permitía una vida familiar normal. Para mí siempre ha sido importante ese factor y de hecho me siento apoyada por mi marido, por mis padres, para poder desenvolverme en mi profesión, pero también en mi vida familiar. La radioterapia es un tratamiento que utiliza radiaciones ionizantes con el fin de dañar las células tumorales y así controlar el cáncer.

¿Ha habido avances también aquí?

En los últimos veinte años esta forma de tratamiento ha tenido una profunda transformación, gracias a la incorporación de la computación, tanto en el procesamiento de imágenes como en el cálculo y administración de las dosis de radiación a los tejidos requeridos. Actualmente es posible proteger selectivamente los tejidos normales vecinos al tumor. Minimizando los efectos laterales y secuelas por radiación observados en el pasado.

¿Cómo fue la formación que le dio la Facultad?

Lo vital en Medicina de la U. es la formación clínica y diagnóstica que uno aprende, sin tanto apoyo de recetas. Actualmente se usan muchos exámenes, a veces en exceso. En definitiva pocos exámenes, buen y acertado diagnóstico. La importancia de un médico no distante, ni en lo alto de un pedestal, sino que cercano, con los pies en la tierra, capaz de apoyar, guiar, dar malas noticias de buena manera, mostrar la luz en medio de la oscuridad en la cual caen muchos pacientes luego de un diagnóstico de cáncer, por ejemplo. En Santiago, además, se recibe muy bien a los egresados de la U. de Concepción a los cuales se nos reconoce la preparación y especialmente la práctica con pacientes que nosotros podemos exhibir. Abre muchas puertas ser de la U. de Concepción.

Conoce la realidad de la atención privada y pública. ¿Son distintas y muy distantes?

En lo público no están las mismas opciones que tenemos en el privado, pero así y todo está el Auge y varios cánceres están incluidos por lo que ellos son atendidos bien. Paralelamente se ha desarrollado una red de Centros de Radioterapia, partiendo por Santiago que hace de cabeza de la red y que funcionan en Antofagasta, Valparaíso, Talca y Valdivia. Hay preocupación y acciones en tal sentido.

Mónica Silva Andrade

 

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