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  Nº 638 jueves 15 de enero de 2009

 

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•CONTRIBUCIÓN ACADÉMICA

Analfabetismo emocional

Como estamos expuestos a muchas noticias vinculadas a escándalos financieros, guerra y corrupción, buscamos una explicación lógica y racional a las cosas, pero.... ¿por qué las cosas no funcionan como antes?...

Entre el ir y venir de las crisis, no hemos logrado entender el valioso papel que significan estos temas, no tan sólo en nuestra vida íntima o familiar, sino en esferas -que hasta hace poco- se las consideraba un estorbo.

El ser humano contemporáneo sufre de un empobrecimiento histórico, que nos tiene sumidos en un absoluto analfabetismo emocional. Estamos al tanto de lo que sucede al otro lado del mundo, pero nada sabemos de nuestra vida afectiva y emocional, por lo que exhibimos gran torpeza en nuestras relaciones personales.

Si alguna cosa está democráticamente bien distribuida en nuestra sociedad, es la torpeza emocional. Ricos y pobres, iletrados y posgraduados, todos manifiestan igual nivel de irracionalidad afectiva y analfabetismo emocional. Nadie está dispuesto a devolver un llamado telefónico, a conversar con un amigo, a leer, a pensar y reflexionar. Vivimos un mundo de pequeñas relaciones cortoplacistas, sin redes ni amigos. Necesitamos urgentemente volver a alfabetizarnos, pero esta vez, emocionalmente.

La Alfabetización Emocional es la Segunda Revolución del Saber Básico. La primera fue hace casi 300 años cuando las personas eran analfabetas racionales (iletradas). Entonces es posible decir que el autoconocimiento es el primer paso para alfabetizarse emocionalmente. Después, la persona aprende con las otras personas a comprenderlas, a aceptarlas como son, a confiar, valorizar y convivir adecuadamente.

¿Cuáles son las características que pueden identificar a una persona que posee un alto grado de Alfabetización Emocional? A nivel intrapersonal, reconocer sus emociones y como ellas se expresan, estimular las emociones agradables, controlar las desagradables; usar pensamientos positivos, estimular la autoestima, resignificar pensamientos negativos, transformándolos en positivos, y mantener íntegra la propia dignidad.

A nivel interpersonal, la empatía con otra persona, el respetar la individualidad, hacer de la diversidad una unidad, estimular la dignidad humana entre las personas, sabiendo perdonar y pedir perdón, criticar, ayudar, neutralizar ofensas y humillaciones recibidas, armonizar conflictos, irradiar energía positiva y saber convivir.

Este desafío requiere aceptar que no estamos frente a una situación de crisis, sino que enfrentamos un nuevo paradigma. Por ende, los individuos deben desarrollar nuevos valores como flexibilidad, curiosidad intelectual, tenacidad. En síntesis, ser pasionales y emprendedores. Debe generarse un equilibrio entre la parte puramente emocional y primitiva con la del cerebro racional.

Este desafío para nuestra generación, no se enseña por el momento en ninguna Universidad, hay que buscarlo dentro de nosotros mismos. Quizá en neuronas adormecidas de nuestro cerebro o quizá en nuestro propio corazón.

Como dijo hace décadas Khalil Gibrán; “...somos como un velero en medio del mar, el timón es nuestra razón, y nuestras velas junto con el viento son la pasión que nos impulsa. Si tenemos solamente timón, por más que lo moviéramos estaríamos estancados en medio del mar, y si tuviéramos solamente velas, andaríamos sin rumbo a la deriva. Por este motivo, razón y pasión, cerebro y corazón, pensamientos y emociones, deben ir juntos y en equilibrio, porque nuestra pasión da el impulso y nuestra razón lo guía...”.

Fernando Vigorena Pérez (www.fernandovigorena.cl),
contribuido a la Sociedad de Académicas y Profesionales en el marco del seminario El poder de las emociones.

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