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  Nº 634 miércoles 5 de noviembre de 2008

 

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•PERSPECTIVAS

Dos reconocimientos al aporte patrimonial de la Universidad

La contribución urbana y cultural de la Universidad de Concepción no sólo a la Región, sino también al país, es reconocida con dos distinciones: la calificación de Obra Bicentenario, para el campus universitario, y la pronta declaración de Monumento Histórico para el mural de la Casa del Arte.

A pesar de los diferentes planes que guiaron el crecimiento de la Universidad y de los diferentes estilos arquitectónicos de cada época, ha sabido mantener su unidad. El decano de Arquitectura, Urbanismo y Geografía (Faug), Ricardo Utz, explica que el Campus se articula por medio de 2 ejes perpendiculares, que se intersectan a la altura del Campanil. “En el primero de ellos, el de mayor importancia, se reconoce la parte antigua, ubicada entre el Arco de la Universidad (ex edificio de Medicina) y el Foro. Este primer segmento se ordena a partir de los planes de los arquitectos Carlos Miranda y Karl Brunner. Sin lugar a dudas, los edificios de mayor importancia de esta parte antigua son el Arco, que se presenta como una verdadera puerta simbólica al conocimiento y el Campanil, como un hito ordenador del conjunto. Se emplaza aquí también la Casa del Arte, que se percibe como un nexo o eslabón cultural, entre la Universidad y la ciudad.

La parte intermedia, continúa Utz, se extiende entre el Foro y la Biblioteca Central. “Este segundo segmento se organiza a partir del plan regulador del arquitecto Emilio Duhart, bajo la rectoría de David Stitchkin. El Foro, recientemente remozado, y la Plaza del Estudiante son leídos como el corazón de la Universidad. Luego, la tercera parte de este eje se extiende a continuación de la Biblioteca. Esta extensión fue concebida por los arquitectos que integraron la unidad de Ingeniería y Mantención, hoy dirección de Servicios de la Universidad. En la actualidad, la tercera parte, la parte trasera se ha concluido, levantándose diferentes volúmenes que han permitido completar la totalidad del conjunto en el plan”.

Esta visionaria apuesta de la Universidad por inscribirse, desde sus inicios, dentro del concepto de un campus universitario, ha trascendido la realidad local para transformarse en un referente nacional. La definición arquitectónica y urbanística de la casa de estudios penquista ha traído consigo un impacto urbano irradiante a toda la ciudad y de características únicas en todo el país.

La secretaría ejecutiva Bicentenario Chile 2010 distinguió al Campus de nuestra casa de estudios como una de las obras de infraestructura más destacadas de la primera mitad del siglo XX, por su aporte innegable al desarrollo urbano en la capital de la región de Bío Bío.

El decano Utz fue nominado por la autoridad universitaria para coordinar los aspectos relacionados con la muestra que acompaña la entrega del galardón el próximo 11 de diciembre en Santiago.

Comisión Bicentenario

Con el objeto de organizar las actividades en espera del Bicentenario, en octubre de 2000 se creó la Comisión Bicentenario, cuya misión era asesorar a la Presidencia de la República en todo lo relacionado con el diseño, programación y coordinación de las políticas, planes, programas, proyectos y actividades vinculadas a la conmemoración de los doscientos años de la Independencia Nacional.

En ese contexto se inscribe el “Premio Obra Bicentenario”, instancia de reconocimiento público al aporte al desarrollo urbano que ha tenido el mundo privado, cuya entrega se efectuará en acto público y solemne en diciembre en el Palacio de Bellas Artes de Santiago. Paralelamente, se montará una exposición con las obras galardonadas.

El comité de selección, integrado por el Colegio de Arquitectos, la Cámara Chilena de la Construcción, el Colegio de Ingenieros y la Asociación de oficinas de Arquitectura, escogió un total de 18 obras realizadas durante la primera mitad del siglo XX (entre los años 1910 y 1960) y que por su significación requieren ser distinguidas. Entre ellas se cuenta el Campus de la Universidad de Concepción.

En el corazón de la memoria urbana

A juicio del decano de la Faug, es indiscutible que el Campus de la Universidad de Concepción se encuentra enraizado en la memoria urbana penquista. Su valor, asegura, trasciende al valor estético de sus edificios o a la funcionalidad de su organización urbanística.

“Confluyen en el Campus, de manera permanente, una serie de factores subjetivos: su devenir representa la historia de la Universidad. Detrás de ello está el valor de un sueño visionario de quienes perseveraron en esta iniciativa que representa el tesón penquista. Además, ahí se encuentra el aporte de una institución que ha colaborado en el desarrollo de la ciudad y el país por espacio de 90 años y que ha formado generaciones de profesionales, convirtiéndose en el alma pensante de la ciudadanía penquista. Creo que este reconocimiento engloba lo material, pero también lo espiritual”.

Según Utz, la trascendencia de este Campus ha incidido en que el área urbana aledaña a él se le conozca como “Barrio Universitario”. Otro aspecto que menciona es que no sólo se le concibe como un área dedicada a la formación y centro de cultura, ciencia y tecnología; sino que representa un importante parque urbano abierto a todos los visitantes, como un equipamiento más de la ciudad.

“Desde el punto de vista de su localización urbana, la calle Diagonal Pedro Aguirre Cerda, que remata directamente en un vértice de la Universidad, permite un acercamiento estrecho entre esta casa de estudios y el centro de la ciudad. Esta conformación urbana ha sido reconocida ya en el proyecto “Eje Bicentenario”, concebido como homenaje de la ciudad a los 200 años de Independencia Nacional, y vincula la ciudad con el Río, uniendo al Campus de la Universidad de Concepción con los principales espacios urbanos de la ciudad, como son sus plazas cívicas, y el Parque Costanera. Pienso que esta iniciativa viene en hacer justicia respecto al aporte urbano de este plantel a la ciudad”.

Mural de Casa del Arte a la espera de ser Monumento Histórico

El espíritu latinoamericanista con que nació, a principios del siglo pasado, la Universidad de Concepción, tiene en la Casa del Arte y el mural Presencia de América Latina su testigo vivo y emblemático en esta ciudad de constante y creciente tradición muralística.

Pocos murales, en el mundo entero, han adquirido tal familiaridad con el público como el que posee esta obra de 43 años de existencia, de más de 200 metros de pintura de acrilatos sobre un estuco de superficie ligeramente áspera y autoría mexicana (su autor fue el destacado artista Jorge González Camarena quien lo realizó junto a 3 ayudantes mexicanos: Salvador Almaraz, Javier Arévalo y Manuel Guillén, además de los chilenos Eugenio Brito y Albino Echeverría).

Durante el lapso de 10 meses estos artistas trabajaron en esta obra de gran vigor monumental y sentido dramático, que actualmente se encuentra en proceso de “declaratoria de monumento histórico”, luego de haber pasado por la visación del Consejo de Monumentos Nacionales, quedando a la espera del decreto oficial por parte del Ministerio de Educación.

Otros que también esperan reconocimiento

Para Albino Echeverría, obras como la de González Camarena son “puntos de referencia cultural” que, desde la perspectiva del arte y la cultura tienen un significado irradiante, asegura.

A su juicio, “Presencia de América Latina” nunca ha permanecido inerte. Todo aquel que está interesado en la historia del arte viene a Concepción a conocer esta obra que, durante sus más de cuatro decenios de existencia ha motivado a otros artistas en el tema del mural ofreciendo siempre una visión distinta.

Albino Echeverría señala que los murales más destacados de Concepción son tremendamente representativos de la corriente que se generó en 1940 en Chile, motivados por el mural que Siqueiros realizó en Chillán y poco más tarde “Historia de Concepción” de Gregorio de la Fuente, que hoy se puede ver en el remozado edificio del Gobierno Regional, y que “rebotó en una obra tan magnífica como ésta de la Casa del Arte”.

En esta tradición muralística, el artista señala que sería injusto silenciar la obra que Julio Escámez realizó a fines de la década del 50 en los muros de la antigua Farmacia Maluje. “Ahora que se está con esta maravillosa disposición de reconocer los murales, me parece que también se debiera existir una institución que se hiciera cargo de rescatar esta obra de Escámez, que está muy deteriorada, y llevarla a un lugar habilitado especialmente para ella. Lo que los murales necesitan es un reconocimiento que se manifieste siquiera en respeto”.


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