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  Nº 619 miércoles 19 de marzo de 2008

 

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Un integrante de la primera generación de fiscales

En la Universidad de Concepción “me enseñaron la rigurosidad procesal que ha marcado mis años de servicios. Mi primer curso sobre la reforma lo hice allá”.

El abogado de la Universidad de Concepción, Pedro Orthusteguy Hinrichsen (35, casado, su primer hijo nació hace pocos meses) es el Fiscal jefe de la Fiscalía Local de Delitos Violentos de la Fiscalía Regional Metropolitana Sur. Su reciente postulación al cargo de Fiscal Regional de la Fiscalía Metropolitana Occidente fue una demostración de la experiencia lograda en ocho años de trabajo en la aplicación de la nueva justicia en el marco de la Reforma Procesal Penal.

Diplomado en políticas públicas para enfrentar el delito del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile; egresado del Magíster en Derecho del mismo plantel ha sido entrenado en técnicas de litigación en Estados Unidos.

Estamos en una de las zonas más complejas de la Región Metropolitana, en materia delictiva, ¿es así?

Es un sector difícil, sin duda, con nueve comunas, siete de las cuales poseen los más altos índices de criminalidad. El 50% de los homicidios de Chile son aquí. Hablamos de aproximadamente 1.000.000 de habitantes.

La Fiscalía Sur normalmente aparece en los medios desbaratando bandas juveniles, lidiando con pesos pesados del narcotráfico, sus fiscales siendo amenazados.

Entre los logros efectivamente está el desbaratamiento de las bandas juveniles “Los guarenes”; “Los Filipp”; “Los cara de pelota”; pero también nos hemos enfrentado a la pornografía en internet, hemos desbaratado clínicas abortivas, son viejos y nuevos delitos, mucho antes del Transantiago, por ejemplo, logramos terminar con los asaltos a los choferes de micro.

En el caso de las bandas juveniles, ¿aprenden ustedes de la experiencia de otros países?

Precisamente estuve en El Salvador y conocí el tema de “las maras”. Estuve con policías, fiscales y jueces, a finales de 2006; en tanto en Buenos Aires estudiamos y participamos en reuniones de trabajo con el Ministerio Público y la Policía argentina sobre el tema de los secuestros. También es usual que profesionales extranjeros vengan a Chile a conocer nuestro trabajo

Pese a todo ese quehacer la percepción de la ciudadanía no es óptima, ¿cómo lo sienten?

Es una percepción legítima de la ciudadanía el que el sistema tiene fallas y que se evalúa mal a la justicia, pero los logros están. En la Fiscalía Sur hemos tenido logros en la labor persecutoria, tenemos miles de sentencias condenatorias, casi en el 90% de los casos que llevamos a juicio. Pudimos lograr una condena a presidio perpetuo calificado por la violación con homicidio a una niña de 10 años. En general se ha innovado manera de descongestionar todo el proceso desde el suelo hasta el juicio. En este aspecto la experiencia de quienes partimos en regiones ha sido fundamental para Santiago, en el sentido de no repetir errores, sino solucionarlos antes.

La extrema juventud de los fiscales también ha sido cuestionada

Pero esa es una crítica más bien política; porque las encuestas que se hacen internamente no muestran esa percepción de las personas. Es cierto que hay mucha gente joven, el promedio d e edad de los fiscales es de 32 años, pero también hay fiscales de 40,50 años, que trabajan aquí conmigo.

¿Qué siente cuando mira hacia atrás y observa lo que ha sido su experiencia en esta reforma?

Me siento profundamente orgulloso de este reto profesional. Ha sido una etapa intensa y valiosa. Yo estuve desde el comienzo cuando partí a trabajar a una de las regiones pilotos, la Cuarta. Allí tuve la experiencia de capacitar a fiscales y policías. Más tarde asumí la Fiscalía local de Coquimbo y ahí me especialicé en el tema del tráfico de drogas. El 2003 asumí como abogado asesor de la Unidad Especializada de Tráfico de Drogas de la Fiscalía Nacional y fui Coordinador Interinstitucional con Investigaciones de Chile. Coordiné las mesas de trabajo entre las fiscalías regionales metropolitanas con ambas policías, los servicios de salud y el Servicio Médico.

Su paso por la facultad ¿qué le dejó de utilidad para la etapa actual?

Soy un procesalista y eso se lo debo a gente como Julio Salas Vivaldi, a Enrique Tapia, a Alejandro Abuter. Ellos, entre otros me enseñaron la rigurosidad procesal que ha marcado mis años de servicios. Mi primer curso sobre la reforma lo hice allá. Allí me interesé por esta forma de trabajo atractiva para cualquier abogado. Hacerlo de manera oral, pública y transparente, donde mucha gente pueda ir a una audiencia a ver cómo se imparte justicia.

Mónica Silva Andrade



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