Huichipirichi Project

La exposición, señala su creador, está diseñada sobre un mapa oculto, un diagrama de equilibrio, de fuerzas y de género, que está insinuado y que con observación puede ser descubierto.

Hablar en profundidad del arte desde lo cotidiano, lo vulgar, es un concepto que ha venido desarrollando en este último tiempo el artista Rodrigo Piracés y que en esta oportunidad es posible conocer en la exposición Huichipirichi Project que hasta el 28 de marzo se exhibe en la Sala 4 de la Casa del Arte.

“Mi interés radica en hacer del lenguaje plástico un discurso que tenga la capacidad de seducir a cualquier visitante y, a la vez, entregue elementos de análisis que puedan llevar a profundidades más extremas”.

En ese sentido, ya desde el título de la muestra el artista plantea una ironía frente al actual exceso de teorización del arte, donde la visualidad y subjetividad quedan en un segundo plano.

Huichipirichi Project es una invitación a conectarse con el arte contemporáneo desde la sorpresa y la ironía, transitando por la construcción de objetos activados por motores eléctricos, sistemas de sonido e iluminación, donde mecanismos y articulaciones se combinan en un “juego divertidamente tremendo o complejamente serio”.

Ese juego, dice el artista y académico del departamento de Artes Plásticas, “no busca la diversión ni el entretenimiento, sino el descubrimiento. Cada pieza, cada elemento y cada movimiento tiene un sentido y no están ubicados de manera azarosa”.

De tal modo, en la exposición, concebida como un todo, existen conceptos en el rotar, en el girar que se establecen como metáforas de la idea del ciclo, del pensamiento del ingenio. “Muchos de los materiales utilizados tienen que ver con las imágenes arquetípicas, como el agua, las emociones... Invito a la gente a que se sumerja en una atmósfera especial”.

A juicio de Piracés, una exposición debiera tener la capacidad de sorprender y seducir a un niño de 3 años y generar el mismo efecto en un doctorado en Estética del Arte.

Cuestionando en cierta manera el consumismo, la globalización y la cultura del desecho, el artista utiliza distintos elementos de usos diversos los que agrupa ocupándolos desde la idea de recuperar las “cargas” de los objetos de modo de construir lo que él llama “esculturas de auras”.

La utilización del color blanco, en tanto, aparece como una reacción frente a la concepción romántica de la escultura definida desde el material. La pintura, señala el artista, niega los materiales y privilegia las formas, funciones y disfunciones de cada pieza.

[Portada] [Editorial] [Titulares][Agenda] [Panorama Web] [Buscar] [Anteriores] [Equipo] [Contacto]