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  Nº 614 jueves 21 de noviembre de 2007

 

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•CONTRIBUCIÓN ACADÉMICA

Enseñar y aprender para la vida en la sociedad del conocimiento

Una observación atenta a los emergentes desafíos que tensionan a las empresas y organizaciones releva importantes aspectos a considerar en nuestros procesos de enseñanza/aprendizaje.

El cambio de paradigma organizativo y productivo está en curso. ¿En qué consisten estos cambios? La empresa que aspira a hacerse competitiva es una «máquina de aprender». Necesita aprender cómo pasar de una producción en masa, intensiva en energía y materias primas, a una producción flexible y adaptable, intensiva en información y «materia gris». Necesita aprender a superar las rutinas estandarizadas y rediseñarse como una organización dinámica, para navegar en mercados segmentados y cambiantes.

Lo propio de este contexto para la empresa es el cambio tecnológico, la mejora continua y la rapidez de su respuesta al mercado. En este escenario, la estructura piramidal y jerárquica se vuelve obsoleta; necesita aprender a construir redes interactivas para coordinar equipos de trabajo semiautónomos, menos supervisados y más participativos.

Estos desafíos han hecho del capital humano el activo principal y determinante de la competitividad en la nueva economía. La universidad está llamada a formar son profesionales con capacidad de asimilar información nueva, habilidad para innovar, formación transdisciplinaria, hábitos de autonomía responsable y trabajo en equipo.

En estas circunstancias, el modelo pedagógico tradicional, centrado en el profesor y l contenidos transmitidos verticalmente, se ha vuelto impotente para producir las habilidades requeridas por el nuevo entorno organizativo y productivo. La irrupción de la sociedad del conocimiento torna innecesario aprender vastas cantidades de conocimientos “de memoria”. El aprendizaje se centra cada vez más en los caminos que conducen al conocimiento.

Es un momento propicio para desencadenar innovaciones pedagógicas que contribuyan a fortalecer el perfil del egresado (que aprenda a vivir el cambio y el aprendizaje continuos), actualizar el estilo pedagógico (formadores que forman para la autogestión del conocimiento) y vitalizar el modo de relación del aula con el mundo exterior (con conocimientos y habilidades relevantes y pertinentes a los requerimientos dinámicos del entorno).

Los avisos de prensa muestran que las empresas más modernas (con prácticas de cooperación, creatividad y mejora continua) seleccionan su personal sobre la base de su capacidad para moverse de una disciplina a otra, de reespecializarse, de dar con la información requerida y articularla de manera útil.

Paralelamente proliferan los profesionales independientes, que operan como consultores o socios de sus propios emprendimientos (alejados de la opción “empleado a tiempo completo”). Estas formas más autónomas de operar exigen el cultivo de habilidades específicas relacionadas con la expansión de la capacidad emprendedora.

Las necesidades de este tipo de profesional empiezan a ser claramente visibles, toda vez que la modernización está en curso. Para la empresa que se moderniza esta necesidad reviste carácter de urgencia. Sin embargo el aula necesita tiempo para la puesta al día en sus métodos y contenidos.

Este desfase entre la demanda manifiesta de la empresa y la oferta preparada por el aula es un claro desafío a nuestra capacidad de innovar en los procesos de enseñanza/aprendizaje, de manera de preparar los profesionales que el emergente entorno organizativo y productivo necesita.

Todo indica que es momento de transitar del foco centrado en el “saber qué” cognitivo (know what), al desarrollo del “saber cómo” práctico (know how), en un espacio educativo que facilita la participación y el aprendizaje significativo de los aprendices. La formación de profesionales en el siglo XXI requiere de prácticas pedagógicas del siglo XXI. Se nos abre una oportunidad de aprendizaje como maestros: desarrollar experticia en prácticas pedagógicas innovadoras, sintonizadas con las necesidades del actual paradigma productivo-organizativo.El desafío de sintonizar la actualización educativa con la modernización productiva abre un espacio para la construcción del esperado círculo virtuoso en la relación aula-empresa. En ese esfuerzo estamos empeñados.

Carlos Zapata Sepúlveda, antropólogo,
MBA. Académico departamento de Ingeniería Industrial carzapata@udec.cl

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