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nro 610 miércoles 12 de septiembre de 2007

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  OPINIÓN

En las recientes décadas, signos de profundos cambios de clima locales a causa de -hasta ayer- insospechados cambios climáticos globales, han surgido o se perciben
aparentemente en todas partes del mundo.

El número y calidad de las mediciones de temperaturas, tanto oceánicas como atmosféricas y la confianza en ellas se incrementó considerablemente en el transcurso de este siglo y más aun en los últimos 50 años.

Esto permite afirmar, sin duda alguna, que durante el siglo 20 y notablemente en los últimos 30 años, en algunos lugares del mundo y, especialmente en el hemisferio norte, ha habido un incremento de temperaturas que ha llevado a un aumento global de las temperaturas medias.

Es igualmente reconocido, gracias a estudios de reconstrucciones climáticas basadas en diferentes tipos de proxies, anillos de árboles, corales, estalagmitas, que dan información sobre las variaciones de temperaturas pasadas, que el aumento de éstas en el último siglo es superior a todas las variaciones que han tenido lugar en los últimos 500 años y muy por fuera de los límites naturales de la variabilidad climática. Por lo demás, todos concluyen que el calentamiento en desarrollo es consistente con un efecto profundo de origen antropogénico.

Si bien existe una variabilidad climática de origen antropogénico, el clima de la tierra posee una variabilidad natural, en diferentes escalas temporales y geográficas, marcadas por patrones climáticos remotos o regionales.

Existen igualmente forzantes “externos”, como la actividad solar o volcánica, que se cree han tenido influencias notables en las variaciones de temperatura durante el último milenio, pero que se han visto sobrepasadas recientemente por la componente humana. El estudio de la variabilidad de temperaturas globales que se está realizando, muestra que detrás del aumento por efecto antropogénico, existe una variabilidad “natural” con ciclos de repetición (periodicidad) superiores a 50 años. Estos bien pueden explicar el incremento y el descenso de temperaturas que tuvo lugar entre 1911 y 1944 y luego entre 1945 y 1977, a nivel hemisférico y global. Es evidente que si tuvieron un rol en las variaciones pasadas, también debieran tener un efecto por lo menos igual sobre el clima actual y sobre el incremento de las temperaturas desde 1977.

Es justamente lo que se investigó. Nuestro estudio, al igual que análisis precedentes sobre las temperaturas del sur de Europa, muestra que estos ciclos juegan un rol importante en el incremento actual de temperaturas a nivel global. Evidentemente esto no es tan importante como el incremento que se atribuye al efecto antropogénico, pero a nivel global contribuye con un cierto porcentaje de la variabilidad total. Un estudio de la razón de estos ciclos muestra que el efecto del volcanismo debiera jugar un rol preponderante, al menos sobre los continentes.

Sin embargo, cabe destacar que existe aún un vacío importante en el estudio del clima a nivel global, no sólo debido a la baja resolución de las mediciones en el hemisferio sur, sino mayormente por el hecho de que se conoce poco de la variabilidad de los ciclos seculares (siglos) que deberían, al igual que los ciclos ínter decenales, jugar un rol interesante tanto a nivel global como regional.

Doctor Rodrigo Abarca,
Profesor del departamento de Geofísica.

   

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