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nro 609 jueves 30 de agosto de 2007

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  PERSONAJE

Discípulo del Premio Nóbel Derek Barton, sigue vinculado aún con el Imperial College.

Mario Jorge Silva Osorio es hijo de Pastora Osorio Avendaño y Francisco Silva Castro. En Los Andes el padre era profesor del Liceo y la mamá dueña de casa. Su infancia y adolescencia transcurrieron en esa ciudad de la que guarda muy buenos recuerdos. Mario tiene un hermano menor, Nelson, dentista y también egresado de la Universidad de Concepción, quien vive actualmente en Los Andes.

Estrictos en su familia, lo mandaron los primeros tres años de escolaridad a la escuela pública muy cerca de su casa. Llegada la cuarta preparatoria fue trasladado a los Hermanos Maristas. Allí, luego de un solo año de estudios, pasó directo a primer año de humanidades. El cambio fue violento y alí terminó el tercer año y debió continuar sus estudios en el Liceo de Hombres, desde la disciplina férrea de los hermanos maristas, con una clase de sólo 12 alumnos, al Liceo de Hombres con un curso de 80. Está claro que lo sobrevivió y bien, puesto que en su Bachillerato en Ciencias obtuvo 28 puntos sobre 35.

La decisión de estudiar en Concepción fue objeto de debate familiar. La mamá opinó que Santiago era muy agitado y en consecuencia, a bordo de un tren a Concepción partió, en marzo de 1950, provisto de dos maletas, dispuesto a estudiar Farmacia en la Universidad de Concepción.

Llegó solo y en la Estación de Ferrocarriles contrató un coche que lo llevó hasta la pensión de Juan Fuentealba, ubicada en Castellón 570, donde se quedó hasta 1953. Tanto en la pensión como en la Universidad se hizo de buenos amigos que conserva hasta hoy, como son sus compañeros de curso Raúl Zemelman, Leticia Sánchez y Eduardo Fouret, además de René Ramos, abogado.

Su llegada a la Universidad de Concepción en 1950 coincidió con la huelga que encabezó el Rector Enrique Molina Garmendia para protestar contra la idea de la Miti (la primera dama, esposa de González Videla,) de construir viviendas de emergencia con fondos de Lotería.

El primer año de Química y Farmacia fue exigente. (Mario quería investigar en química y por lo tanto ingeniería no le interesaba). Era un curso integrado por 84 alumnos de los cuales 30 eran repitentes, 23 mechones y un alemán “que se las sabía todas…”. A final de ese año sólo pasaron 3 de los mechones, Mario y sus amigos Raúl y Leticia, además de 22 de los repitentes.

En 1953 se cambió al naciente y mítico Hogar Universitario donde tuvo la suerte de compartir el dormitorio con Tennyson Ferrada, de quien se convirtió no sólo en amigo sino en ayudante-iluminador para sus celebrados sketchs de la época como “Amores que Matan” “To be or not to be”, todos presentados en la Casa del Deporte a tablero vuelto. De esa época se arrastra el sobrenombre del “mechón Silva” dada su cara de guagua.

En 1954 llegó desde La Serena a Farmacia, Katica Dujisin Klismanic, su esposa, con quien comenzó a pololear ese mismo año.

El examen de grado se rendía en la Universidad de Chile en Santiago y duraba 20 días. Su desempeño teórico y práctico fue sobresaliente, aprobando con magna cum laude. Además obtuvo el premio Colegio de Farmacéuticos que compartió con Raúl Zemelman.

Recién egresado los profesores Augusto Pfister y Ricardi lo invitan a trabajar con ellos en fitoquímica y unos meses más tarde conoce a unos fisiólogos mexicanos que llegaron a la UdeC y que lo integran a trabajar como químico en un grupo de neurofisiología.

Ricardi -quien conoció a Francisco Giral, alumno del premio Nóbel Richard Kuhn- le consiguió una invitación para trabajar con Giral en la UNAM de Ciudad de México.

Soltero aún, ya que no había posibilidades de pensar en matrimonio antes que Katica se titulara, partió al Instituto de Química a México con muchas ilusiones, su sueldo de 23 mil pesos de ayudante segundo y el pasaje pagado por el Rector David Stitchkin. La experiencia le resultó muy interesante, “fue como estar en un valle y subirse a una colina y ver que más allá había otro mundo”. Entonces surgió el convencimiento que tenía que hacer un doctorado.

Su propósito era realizarlo en Harvard en Estados Unidos o en el Imperial College en Londres, obviamente en ambos casos se requería una beca.

La vuelta a Chile fue agitada, matrimonio con Katica en La Serena en 1960 e inicio de los contactos con el profesor Derek Barton en Londres quien lo aceptaba para el doctorado, pero le sugirió postular a la beca del Consejo Británico. Entre 400 postulantes consiguió una de las opciones con el compromiso de mejorar su inglés, lo que lo obligó a madrugar para tomar clases a las 6 de la mañana.

Mario partió primero solo a Londres y meses más tarde lo siguieron Katica con la guagua recién nacida. Ya había nacido Iván quien aprendió a hablar en inglés y hasta hoy conserva un dominio y pronunciación espectacular.

En el Imperial College se trabajaba intensamente y con tutores de verdad, dice. En el laboratorio de química orgánica, Whiffing, eran unas 60 personas entre doctorandos, doctores y posdoctores bajo la atenta mirada de Barton quien visitaba el laboratorio 3 y 4 veces al día para preguntar, vigilar y verificar los avances. “Cuando le dieron el Premio Nóbel a Barton, me di cuenta en qué mundo estaba metido”. (Barton es Doctor Honoris Causa de la Universidad de Concepción por gestión de Silva y su conferencia de aceptación se llamó My friend Oxygen)

Mario estuvo en Londres entre 1962 y 1965. En esa ciudad nació su segundo hijo Mario Derek y volvió a la Universidad de Concepción con un Doctorado obtenido como muy buen alumno y contactos con el IC que se mantienen hasta hoy.

El tercer hijo, Igor, nació en Chile y actualmente tiene 4 nietos. Iván es médico cirujano, Derek es endodoncista e Igor es ginecólogo. Su nieta mayor, Constanza, estudia Medicina y todos son egresados de la Universidad de Concepción.

Su desarrollo profesional le ha valido numerosos reconocimientos, como ser invitado a formar parte de la Academia de Ciencias y su currículo muestra una gran diversidad, siempre centrado en la docencia y la investigación.

Fuera del ámbito universitario, le correspondió gestionar el Instituto Chileno Británico de Concepción y dejarlo convertido en lo que es en la actualidad. Una de sus acciones que le produce satisfacción es la creación de una red latinoamericano en química de productos naturales.

En el ámbito gremial, recibió la Sociedad Chilena de Química en 1980 y años más tarde la entregó estructurada y con su boletín “Journal of the Chemical Society” indexada con Current Content.

Su pasión es el trabajo que ha liderado en química de metabolitos secundarios de la flora chilena, algas e invertebrados marinos, reflejado en un muy importante número de tesistas, publicaciones y patentes.

Pasión que lo mantiene vigente, ya que este profesor emérito aún cree en su capacidad de soñar y por eso sigue hoy haciendo ciencia.

No sabe si es obsesión o amor lo que lo une a la Ciencia pero lo cierto es que acaba de presentar un Proyecto Fondecyt, ganó un anillo UdeC, U Talca, U de Chile, y participa en una Centro de Investigación Forestal en la VI Región, (CIF), es investigador principal en proyectos Fondecyt, Fondef, CORFO, FDI, Fontec e Innova Bío Bío, Innova Bío Bío, OEA, y FS, NSF y un programa Bicentenario para la inserción de profesionales jóvenes a la Academia.

Carmen Gloria Donoso

   

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