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nro 609 jueves 30 de agosto de 2007

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  OPINIÓN

Benjamín Subercaseaux estaría encantado de que más allá de lo perceptible a simple vista, nuestra geografía posea elementos que bien calzan con el título de unas de sus obras. ¡Bacterias multicelulares gigantes! Un ambiente marino sin oxígeno, poblado por equivalentes, entre las bacterias, a los dinosaurios entre los animales; descendientes de seres similares existentes en los océanos precámbricos, fósiles vivientes varios miles de millones de años más viejos; sobreviviendo hoy frente a nuestras costas, como desafiándonos a imitarlos en supervivencia. Es lo que hemos comunicado en la revista International Microbiology (http://www.im.microbios.org). Una versión previa fue dirigida a Science, pero sus editores sugirieron enviarla a una revista especializada, solicitando que se les informara del destino final para comentarla en su sección Editor´s Choice (http://www.sciencemag.org, 10 de agosto).

El trabajo describe el hallazgo de una diversidad de formas gigantes en tanto bacterias. Una bacteria típica mide cerca de un micrón (1/1000 de mm). Los nuevos seres alcanzan varios mm., incluso varios cm. de longitud y son multicelulares. Estas bacterias pueblan los sedimentos frente a nuestras costas, a menos de 150 m. de profundidad, un ambiente normalmente bañado por aguas norteñas deficientes en oxígeno, o a veces, incluso, sin oxígeno. Estos ambientes, distribuidos en los bordes occidentales de los continentes, son relictos de un sistema que predominó en los océanos precámbricos. Persisten hoy en varias latitudes y se les denomina Zonas de Mínimo Oxígeno (ZMO).

Un lector de El Mercurio preguntaría, ¿cómo es que estos seres sobrevivieron miles de millones de años? Esto se debe a que en los fondos de los mares adyacentes a costas opuestas a la dirección de la rotación de la Tierra, siempre se dieron condiciones para la existencia de sedimentos ricos en materia orgánica pútrida, sin oxígeno, ricos en hidrógeno sulfurado, el alimento de estas bacterias. Son altamente productivos, las mayores pesquerías se encuentran en estas zonas de surgencias costeras. Una realidad geográfica inamovible, que también determina procesos singulares en la columna de agua. La productividad del Pacífico Oriental podrá variar estacionalmente o en ciclos de mayor período como el ENOS (El Niño Oscilación del Sur, de 4 a 10 años), o ciclos interdecadales, o aun mayores, con el cambio climático adicionado, pero este reservorio de información genética, generado a lo largo de eones, perdurará y será una fuente de interesantes problemas que abordar, de oportunidades para la investigación básica y aplicada (biotecnológica). El contar a tiro de onda con organismos emparentados a los que primero colonizaron el océano, permitirá estudiar cómo se originó la vida en la Tierra y su gran tamaño, permitirá ahondar sobre temas como la evolución de sistemas biológicos tan importantes como el sistema muscular o nervioso, la inteligencia, las asociaciones entre organismos, el ecosistema marino.

La Dra. Lynn Margulis (teoría de la simbiosis serial- http://es.wikipedia.org/wiki/Lynn_Margulis) de la Universidad de Massachussets, Amherst, USA, ha propuesto que “el antecedente evolutivo del sistema nervioso es la conciencia microbiana.Y sigue: “en mi descripción del origen de la célula eucariótica vía fusión celular, los componentes que se fusionan vía simbiogénesis son ya entidades conscientes”.

Al observar a estas bacterias bajo el microscopio, no se puede sino concordar con Margulis: se comportan como seres conscientes saben dónde y cómo están en el espacio, se enderezan si están enredadas y una vez que lo logran deciden navegar en alguna dirección, utilizando mecanismos de coordinación aún desconocidos. Y si hay obstáculos, los superan o los esquivan. Los oceanógrafos tendrán en estas nuevas formas aliados importantes para la comprensión del funcionamiento del ecosistema marino. Pero, primero, tenemos un gran desafío, saber quiénes son, una aventura en la que estamos embarcados y donde requeriremos de mucha comprensión, cooperación y generosidad moral y financiera.

Víctor Ariel Gallardo
Laboratorio de Bentos, departamento de Oceanografía.
San Diego, 27 de agosto de 2007.

   

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