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nro 607 jueves 2 de agosto de 2007

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  PERSPECTIVAS

La falta de lluvias, el abastecimiento irregular de gas natural desde Argentina y la creciente conciencia mundial sobre los cambios climáticos han repercutido con fuerza en nuestro país este año.

Para paliar en alguna medida las consecuencias del alto consumo de energía en Chile y los problemas de abastecimiento, el gobierno ha impulsado la campaña para que la población tome conciencia respecto de la importancia de usar responsable y eficientemente la energía, con el slogan Usa Bien la Energía. Sigue la Corriente.

Nuestra Universidad no está ni puede estar ajena a los problemas que se derivan de la escasez de este recurso y por eso, en esta edición de UdeC Panorama, hemos incursionado en el tema desde diversas aristas con el ánimo de contribuir a la discusión de estos aspectos y conocer las pequeñas y grandes soluciones al alcance de todos.

Las condiciones climáticas actuales ciertamente no han ayudado al país cuya energía eléctrica depende en gran parte del agua. Salvo excepciones muy localizadas, todo Chile ha presentado déficit de lluvias este año.

Un año seco que debemos a un evento, La Niña, de intensidad débil que, señala el investigador del departamento de Geofísica, Aldo Montecinos, se ha observado desde mediados de otoño.

El académico explica que, de acuerdo a modelos numéricos y estadísticos, “este evento debería continuar y probablemente intensificarse durante los próximos meses, alcanzando incluso la primavera”. Con estas proyecciones, las condiciones de escasez pluviométrica en la Octava Región –en la que descansan los mayores aportes hidroeléctricos- debieran continuar en primavera. Como referencia, el déficit en Concepción y Chillán llegan al 35 y 25% respectivamente. Tema que es muy importante, teniendo presente que la Región del Bío Bío aporta casi el 20% de la energía eléctrica al Sistema Interconectado Central.


El académico del departamento de Ingeniería Eléctrica, Claudio Roa, es cauteloso a la hora de hablar de los impactos que el ahorro de energía tiene en el ámbito residencial en la disponibilidad del recurso a futuro. No existe –dice- un estudio acabado sobre el porcentaje que pudiera reducir este segmento.

Por otro lado, explica, existen sectores económicos, como el C2 y D, que difícilmente podrían aportar a ese ahorro. El consumo de energía está asociado a ingresos, señala el académico, y recién las remuneraciones han comenzado a subir después de varios años de apretura económica. En este sector, en estos períodos siempre se ha mantenido el mínimo consumo, “ya no tienen qué ahorrar”. Tampoco, acota, existen suficientes incentivos para que los sectores que sí pueden hacerlo, reduzcan su consumo.

Los niveles de crecimiento económico también influyen en la mayor demanda de electricidad. Roa explica que por cada punto que crece el PIB, las necesidades de energía aumentan en 1,8 a 2 puntos. De modo que, dice, se debería desacoplar esa curva, de tal manera que en algún punto, independiente del crecimiento, el nivel de consumo no se incremente. Esto equivale a hacer un uso más eficiente de los recursos. Y eso, señala el investigador, debiera venir del sector residencial y comercial (que representan el 50% del consumo) porque el área industrial hace tiempo que ha estado incorporando el concepto de eficiencia energética.

En este punto Roa indica que el estado debiera impulsar una campaña sobre el uso de los nuevos electrodomésticos –con mayor grado de eficiencia energética- de modo que los consumidores tengan información clara sobre costos/beneficios en relación a la inversión en estos equipos que, en general, son más caros que los tradicionales.

En todo caso, el académico reconoce que el valor de la campaña tiene que ver con un esfuerzo dirigido a un cambio cultural de largo plazo.


En estos últimos años la Universidad ha realizado importantes esfuerzos para reducir el gasto energético que se deriva de su funcionamiento.

Es así como, recientemente, se incorporaron a la central térmica el edificio de Geografía y el Tecnológico Químico, llegando así a un 70% de los edificios del Campus conectado a este sistema de calefacción. Además se le instaló caldera independiente al departamento de Historia y Oficinas de Abastecimiento. Lo anterior permite un importante ahorro en energía eléctrica y de dinero para la Universidad.

En otro ámbito se implementó, hace un par de años, un sistema de iluminación eficiente y de bajo consumo en un 90% de las instalaciones universitarias. Además todas las nuevas construcciones cuentan con iluminación interior de alta eficiencia, lo que permite un ahorro de un 65% de energía.

El jefe (s) de la unidad de Mantención de la dirección de Servicios, Gastón Retamal, señala que, frente a la actual situación energética chilena, la Universidad ha propuesto una serie de medidas que implican un cambio de hábitos y actitudes que favorezcan una mayor eficiencia en el uso de la energía, el mejor empleo de los recursos energéticos, la protección de la economía y el cuidado de nuestro ambiente.

Entre ellas menciona la necesidad de apagar los artefactos electrónicos (radio, televisores) desconectándolos, ya que el control remoto sólo los hace permanecer en un estado de bajo consumo. Lo mismo ocurre con los cargadores de pilas o de celulares.

En cuanto a los computadores, aconseja configurarlos para que opere el protector de pantalla, aunque asegura que es más eficiente configurarlos para que ésta se apague después de un período razonable sin actividad. Si no va a ser utilizado por un período extenso recomienda desconectarlo.

Otros aspectos que menciona es el ajuste del control de los equipos de aire acondicionado a una posición intermedia, utilizando un termostato para asegurarse de que no está bajo los 20ºC. “Hay que apagar la unidad cuando se salga de la oficina o sala de clases. Es más barato volver a enfriar un espacio que mantenerlo frío todo el día sin nadie dentro”.

En el extremo contrario, en cuanto a la calefacción, señala como necesario ajustar el control del termostato a no más de 20ºC. “Una temperatura óptima está entre los 19º y 20ºC durante el día. Cada grado más aumenta el consumo de energía en un 7%”.

En este contexto, señala que se debe evitar el uso de estufas eléctricas, las que son innecesarias, sobre todo, en los edificios con calefacción central.

Por último, en términos de energía, asegura que es necesario adquirir hábitos como apagar las luces en las dependencias cuando no se estén utilizando, en la medida de lo posible privilegiar la luz natural por sobre la artificial y emplear una sola fuente de luz, eliminando las fuentes luminosas redundantes.


Desde su línea de investigación, la teoría de los imaginarios sociales, el jefe de carrera de Sociología, Manuel Antonio Baeza, analiza la situación en la que convergerían los nuevos planes de ahorro energético en la sociedad.

“Tengo la impresión de que cuando uno observa a generaciones anteriores, el imaginario dominante en materia de recursos naturales, es un imaginario del recurso ilimitado e inagotable”, indicó, esto pese a que para nadie es ajeno que el petróleo, el gas y el agua, sólo por nombrar algunos, no lo son.

A partir de los años 80, señaló, empezamos a entrar en una revisión crítica del uso de los recursos. “De tal manera que entramos a una condición cognitiva más acabada de lo que significa el planeta y sus sustentos”. Baeza acotó que llevando este problema a un plano teórico económico “nos hace dar cuenta que, así como los mercados no son ilimitados, los recursos tampoco lo son. Si pensamos que son ilimitados, los estamos reduciendo a un recurso netamente económico: gasto recursos naturales, porque dispongo de la capacidad de pagarlos”, y esto según el sociólogo es una falacia.

Analizando las conductas de consumidores, especialmente la de Estados Unidos y de Europa occidental, donde el consumo de energía es extremadamente alto, “pareciera prevalecer esta idea de recurso, más económico que ecológico, donde finalmente consumo energía –recursos naturales-, aunque baje la oferta o aumente la demanda, siempre y cuando yo estoy en condiciones de solventar sus costos”.

Para Baeza no es en los países pobres o sectores de bajos recursos donde las políticas de racionamiento energético deben ser más enérgicas, “pues el problema fundamental, y donde las políticas de ahorro de energía deberían ser más enfáticas es en los sectores donde hay más gasto”, puntualizó.

   

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