Rodolfo Krause
La Universidad de Concepción
entrega un humanismo distinto
He observado que donde hay gente de la Universidad, hay una tendencia a una convivencia distinta.
Ingeniero Civil Químico, jubiló hace un año como gerente general de Methanex Chile y vicepresidente Senior de la Corporación para Latinoamérica y el Caribe. Su carrera ha estado marcada por desafíos, gestiones exitosas, el cariño de sus colaboradores y reconocimientos, como el que le entregó recientemente la Universidad por ser uno de sus profesionales destacados en el ámbito empresarial.
A mediados de los sesenta llegó de Temuco Rodolfo Krause a estudiar a Concepción. Escogió la Universidad, porque tenía Ingeniería Química, y porque allí estudiaría enfermería su polola, María Cristina Porter. De esos años guarda recuerdos alegres, como las competencias en la laguna y las “travesuras” entre Ingeniería, Medicina y Leyes, también momentos de mucho estudio y algunos tensos y tristes. Perteneció a la generación de los Institutos Centrales, donde compartían clases con alumnos de Licenciatura en Matemática, de Química y Farmacia y otras carreras.
El pololeo prosperó tanto como los estudios y en agosto de 1969, un mes después de titularse, se casó. Recién graduado fue contratado por CMPC y le dieron casa, así que el escenario era ideal. Al año siguiente nació Anita (ingeniero eléctrico de la UdeC), en 1973 llegó Marcela Alejandra (diseñadora) y dos años después Francisco (médico).
¿Cómo se desarrolló su carrera profesional?
Lo que caracterizó mi carrera fue la suerte de trabajar con gente de excelencia. Si tuve alguna competencia fue participar en su elección. Creo que buena gente, bien motivada y con las competencias adecuadas, hace maravillas.
Partí en la papelera, donde estuve cinco años en distintos cargos, desde ingeniero ayudante hasta jefe de Producción. Como siempre me gustó el mundo petroquímico, entré cuando Petrodow volvió a manos de los americanos y se crearon vacantes. Fui ascendiendo, luego tuve un periodo de entrenamiento en Estados Unidos y después me enviaron como gerente del complejo industrial San Lorenzo en Argentina y luego a un complejo más grande en Brasil. Estando allá, el año 87 me invitaron a participar del proyecto Cape Horn Metanol, que hoy es Methanex.
Donde desarrolló una gestión muy exitosa.
Agradezco la confianza del directorio y los dueños, que primero fueron americanos, luego neozelandeses y finalmente canadienses. Estos últimos nos apoyaron en la iniciativa de pasar de un complejo con una inversión de 300 millones de dólares a un complejo de 1.300 millones de dólares, donde se producen cerca de 4 millones de toneladas de etanol, dejando a la empresa como líder mundial en este producto.
En los últimos 10 años fui responsable de Manufactura de todas las plantas, es decir, Chile, Canadá, Trinidad y Tobago, y Nueva Zelanda; y de una oficina de ingeniería de Gestión en Texas, todo gracias a la gente con que me tocó trabajar, la mayoría ex-alumnos de esta Universidad.
¿Qué sello especial dejó en usted la Universidad de Concepción?
Hemos conversado con muchos colegas que por alguna razón la Universidad entrega un humanismo distinto. Creo que mi reflexión sobre la importancia de la gente la aprendí acá, no sé si fue la relación con los profesores, no identifico el elemento, pero he observado que donde hay gente de la Universidad, hay una tendencia a una convivencia distinta.
En su carrera ha tenido muchos éxitos y reconocimientos ¿Qué siente al respecto?
Todos fueron tremendamente significativos, pero los recibo como algo que agrupa a la gente con la que he trabajado, porque los logros son colectivos. Casi no he identificado ninguno que sea personal, salvo una medalla de tercer lugar en tenis.
¿Cómo ha sido su vida después de jubilar?
Pensé que mi nueva vida sería sentarme en un sillón y levantar obedientemente los pies cuando pasaran la aspiradora, pero para ser sincero no tengo tiempo. Estoy en actividades gremiales, como el Consejo de Producción Limpia, la Corporación de Educación de SOFOFA y el directorio de la Cámara Chileno Canadiense. En la parte empresarial soy director de Cap, representando a 4 AFPs, director de Cementos Polpaico y presidente del directorio de Air Liquide, una empresa francesa. En lo personal estoy tomando clases de planeador, ya estoy volando con el instructor y tengo licencia.
¿En qué áreas cree usted que deberían aportar especialmente las empresas a la sociedad?
Este país necesita reforzar la educación. Las estadísticas muestran que no gastamos poco, pero la calidad es mala. También hay problemas con la cobertura preescolar, que es la etapa de mayor fertilidad intelectual y de mayor fragilidad a la vez. Si bien el Estado es el “gerente general” en esta área, la empresa tiene que contribuir con experiencia y recursos, algunas lo hacen, pero hay que reforzarlo y concentrarse en la calidad. Otro tema es enfatizar los valores y elementos éticos. En ambos tenemos que trabajar en conjunto como sociedad.
Mónica Figueroa Riffo
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