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nro 600 jueves 5 de abril de 2007

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  OPINIÓN

Química y desarrollo

El avance en el conocimiento químico es un pilar fundamental de la evolución cultural humana. Ese es el tema que el conocido muralista Pedro Olmos (1911-1991) realiza en su obra Química y desarrollo.

A su izquierda se puede observar una hermosa mujer que vacía agua desde una fuente, más abajo se ve un paisaje de cerros y campos y la erupción de un volcán. Es la representación de los cuatro elementos fundamentales de los pensadores griegos de la antigüedad: tierra, agua, aire y fuego. El agua de la doncella es, además, la fuente de la vida al posibilitar las reacciones químicas de los procesos vitales; y el fuego simboliza la energía. La vida es representada por una paloma blanca que levanta el vuelo desde la mano de la mujer.

Más arriba, la cordillera con sus cumbres nevadas encierra en sus entrañas los elementos que descubre y usa el hombre, como el cobre, la plata y el oro. A la izquierda se destaca la estatua del escultor chileno Samuel Román. Más a la derecha arriba hay un Sistema Periódico de los elementos químicos. En los casilleros están los símbolos de los elementos que Chile tiene en abundancia y que exporta al resto del mundo, como litio, molibdeno, renio, cobre y yodo.

Junto a los metales y las sales aparecen los vegetales. La machi mapuche con vestimenta típica y un cultrún en la mano conoce los secretos de las plantas que permiten sanar al enfermo.

Más abajo se observa un planta con una gran flor blanca, de la que emerge un chorro rojo como símbolo de que nuestro ascenso a las alturas por medio del avión supersónico proviene en última instancia de la energía, entregada por el reino vegetal y recibida del sol.

Dos hombres de la antigüedad que se encuentran delante de tres pirámides en el desierto celebran estas hazañas. La pala detrás del vegetal indica que ningún logro humano habría sido posible sin la labor del obrero. Un poco a la izquierda, se encuentra un indio con el torso desnudo que está empeñado en prender fuego, frotando un palo entre piedras como en tiempos primitivos. Al prender una fogata e iniciar así la primera reacción química realizada en forma consciente por el hombre, vislumbra el futuro de la humanidad, representado por un pequeño cuadro en que aparece una pareja con ropas actuales.

En el centro del mural se encuentra Apolo el dios griego de la ciencia y el arte, envuelto en una túnica blanca y con un hexágono dorado y luminoso sobre su cabeza, hexágono que hace recordar al benzol, uno de los símbolos de la química. Apolo tiene una antorcha levantada y adornada con una cinta tricolor chilena, además de un laúd. Olmos quiso indicar que para la humanidad lo verdaderamente importante es el cultivo del arte y de la ciencia.

Más a la derecha, se encuentra el médico griego Hipócrates, precursor de la explicación racional y científica de las enfermedades y su tratamiento.

Muy cerca vemos sentado a un alquimista, quien realiza ensayos e instruye a un grupo numeroso de estudiantes, la mayoría con delantal blanco.

La zona derecha del mural retrata los tiempos modernos: arriba una pantalla de un televisor o un computador; un microscopio manejado por un investigador con guantes de tecnólogo: un estante con libros y diferentes materiales. Debajo del investigador se encuentran tres personas. El número mayor de personas al lado derecho indica mayor densidad de la población que la retratada en el lado izquierdo, cuando la ciencia aún no estaba en condiciones de proporcionar medios de subsistencia que ofrece actualmente.

Un hombre decaído, apoyada su cabeza en una enfermera, recibe oxígeno desde una bombona. Es el autorretrato de Olmos cuya su salud ya estaba resentida cuando hizo el mural.

El 9 de mayo de 1991 el artista falleció en Linares, donde había confeccionado esta obra que se trajo a Concepción en 4 paneles de madera prensada que acá se unieron y enmarcaron para formar un mural originalmente en el segundo piso del edificio de la facultad de Ciencias Químicas. Al hacer la remodelación se colocó en el primer piso en el hall de entrada desde el foro, donde se encuentra actualmente.

¿Cómo se generó este cuadro? A inicios de septiembre de 1955 conocí a don Pedro Olmos en el barco argentino Yapeyú. Viajamos a Europa desde Buenos Aires, ambos para hacer uso de una beca, él como artista a Madrid y yo para perfeccionarme en química en Alemania. A pesar de las diferencias de edad, él era bastante mayor, y de profesión, nos hicimos muy amigos y conversamos mucho durante las dos semanas de travesía hasta Vigo. Obviamente temas importantes para nosotros fueron la relación entre la química y la pintura, el arte y la ciencia. Después en Chile nos veíamos esporádicamente y en uno de nuestros encuentros él ofreció hacer un mural para la facultad de Ciencias Químicas donde yo trabajaba. Su mural, donado a la Universidad, fue inaugurado en 1990.

Dr. Burkhard Seeger
Profesor Emérito Facultad de Ciencias Químicas

   

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