Diez años de desarrollo tecnológico

Premonitoria en relación a las necesidades del país, definió el director de la Unidad de Desarrollo Tecnológico, Alex Berg, la decisión de la Universidad de poner en marcha hace 10 años el centro de investigación.

Eran mediados de los 90 y el modelo económico chileno, basado en la exportación de materias primas, había mostrado grandes éxitos, por lo que pensar en generar capacidades para desarrollar innovación tecnológica e impulsar la aplicación industrial del conocimiento «era extemporáneo». Pero los cambios en el nivel empresarial y el país, así como el reconocimiento de la importancia de agregar valor a los productos y de la innovación tecnológica como elementos estratégicos para una nueva visión del desarrollo, dieron razón a la iniciativa universitaria.

Los avances del Centro, en estos años, son valiosos «ya que a través del esfuerzo de su personal, logró posicionarse en el mercado, llevar adelante numerosos proyectos de investigación y desarrollo, licenciar diversos procesos y productos, y crear las primeras empresas spin off», explicó Berg en el acto central del aniversario, la mañana del martes.

Son logros -como dijo- que se han alcanzado sin aportes monetarios directos por parte del estado o la Universidad. «Todo un éxito, que no tiene igual en Chile. De hecho, afirmó, incluso en el ámbito internacional es difícil de encontrar ejemplos de una gestión con un éxito similar».

En su intervención, el rector Sergio Lavachy destacó el aporte de la Unidad a la formación de más de 150 estudiantes de distintas carreras de la Universidad, que ha realizado sus memorias en sus recintos, y el perfeccionamiento de un importante número de profesionales; su contribución al mejoramiento del quehacer de grandes y pequeñas empresas de la zona y el nivel, oportunidad y pertinencia de los proyectos ejecutados.

La autoridad resaltó el papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo del país, señalando que el crecimiento en una economía globalizada requiere de un ciclo de dominio tecnológico, que sea el conocimiento y no las materias primas su base de sustentación, donde también son necesarias las articulaciones entre ciencia, tecnología y mercado, de modo que se generen respuestas reales a las demandas del país. «La Unidad, dijo el Rector, es un buen ejemplo de esta forma de interacción, por lo que valoramos y reconocemos su cometido y accionar, el que esperamos se pueda fortalecer y consolidar en los próximos años, con la incorporación de nuevas capacidades, que faciliten el desarrollo de otras áreas estratégicas que conduzcan a la creación en nuestra región de un polo de desarrollo tecnológico único en la región».

Adelantándose a la apertura del congreso sobre biorrefinerías programado en el marco del aniversario de la UDT, el ministro de Agricultura, Alvaro Rojas, habló sobre el desarrollo de los biocombustibles en Chile, tema que ha sido incorporado a los lineamientos estratégicos de su cartera. A su juicio, los sectores agrícola y forestal pueden jugar un papel relevante en la diversificación de la matriz energética del país. Por otro lado, recursos tradicionales como el trigo, el raps, el maíz, la remolacha, entre otros, podrán alcanzar una nueva valoración como materia prima en esta industria.

Dentro de las hipótesis de trabajo que se manejan en el Ministerio, el país -señaló el secretario de estado- está en condiciones de destinar unas 368 mil hectáreas a la industria de los agrocombustibles (etanol y biodisel).

Rojas planteó que la meta de producir biocombustibles de primera generación se concretará en el corto plazo, mientras que la obtención de los de segunda generación (de biomasa) envuelve un desafío tecnológico mayor en el que la UDT está llamada a contribuir.