Isidro Solís
Una universidad que transforma y permea la ciudad

“Siempre la he visto (UdeC) como una universidad de nivel académico desarrollado, cualitativamente distinta, como un foco que irradia su potencial en la gran masa”.

Su curriculum, tras asumir el cargo, consideraba sus estudios en la Universidad de Chile. Sin embargo, Isidro Solís Palma (52, casado) cursó sus primeros años de Derecho en la Universidad de Concepción. Años intensos y de recuerdos imborrables, de amistades y afectos que han perdurado en el tiempo. El ministro de Justicia se sienteun ex alumno.

Es un animal político de la mejor especie que aún ejerciendo su profesión de manera liberal no ha eludido responsabilidades, especialmente a partir de marzo del 90.

Fue jefe de la división Ejecutiva del ministerio Secretaría General de la Presidencia; director nacional de Gendarmería, director de Seguridad Pública e Informaciones; subsecretario de Minería y de Aviación, aparte de los que ha cumplido en el partido.

-¿Su compromiso político ya existía cuando llegó a Concepción?

Yo defino mis años universitarios en Concepción como intensos, porque además de los estudios hice mucha vida política, como integrante de la dirigencia de la Juventud Radical. Fui vocal de la Federación de Estudiantes durante el período 72-73.

-¿En qué etapa de su vida política, o desde qué cargo ejercido, se ha sentido con esa sensación de construir cosas?

Desde la dirección nacional de Gendarmería. Todos los logros allí alcanzados tienen un sentido de obra realizada . Puedo decir que tras recibir un servicio pobre, colapsado, lo reconstruimos, logramos levantarlo, sentí que allí se hicieron cosas muy potentes.

Veo que ya tiene instalado el retrato de la Presidenta instalado en su gabinete ¿Cómo es tener una jefa mujer?

Personalmente me resulta natural. Ya he vivido la experiencia cuando fui subsecretario de Aviación y la Presidenta era ministra de Defensa. El Partido Radical históricamente ha recogido las demandas de las mujeres y ha sido pionero en muchas iniciativas como el derecho a voto que fue conferido durante el gobierno de González Videla. También fueron radicales mujeres de avanzada como Inés Enríquez, primera diputada e Intendenta y Adriana Olguín de Baltra, primera ministra de Justicia. Me encanta trabajar con mujeres, formar equipos, son muy comprometidas y estables, privilegian otras cosas, no necesariamente los ingresos.

-¿Desde el corazón del poder político cómo observa a la UdeC?

Siempre la he visto como una universidad de nivel académico desarrollado, cualitativamente distinta, con un enraizamiento en la ciudad, como un foco que irradia su potencial en la gran masa. Una universidad que transforma y permea la ciudad, que la hace más cosmopolita con gente que entra, que sale, que se relaciona con la ciudad de una manera distinta.

¿Quién o quiénes de sus profesores dejaron alguna huella indeleble en su formación?

Recuerdo a Ramón Domínguez Aguila como un profesor brillante, con ideas políticas distintas a las mías. El profesor Jarpa en Derecho Económico o Manuel Sanhueza en Constitucional.

¿Alguna anécdota de su vida universitaria en Concepción?

Nelson Caucoto la contó en un diario. Primero viví en un departamento muy compuesto que arrendó mi padre, pero francamente era aburrido. Luego compartimos departamento con Francisco Feres, actual gerente general de La Nación y con Patricio Tombolini. Luego fue con Nelson Caucoto y Guido Mascarello. En esta etapa fue cuando nos turnábamos para realizar el aseo y la comida. Esta experiencia fue la que me hizo aprender a cocinar y aficionarme hasta hoy. Lo que Caucoto y Mascarello hacían en sus turnos era francamente incomible.

Mónica Silva Andrade