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Facultad de Farmacia recordó
la memoria de uno de los suyos
A 100 años del natalicio de Daniel Belmar, connotado químico farmacéutico, docente de nuestra casa de estudios y literato de frontera, la facultad de Farmacia rememoró su persona y quehacer, en un acto realizado en la sala que lleva su nombre.
Nietos, bisnietos y amigos de Daniel Belmar fueron los invitados especiales a la ceremonia en que la facultad de Farmacia honró la memoria de uno de sus más recordados y queridos docentes.
“Deseo, en nombre de la Facultad, expresar un sincero reconocimiento a quien fuera un distinguido académico y docente de la cátedra de Farmacia Industrial entre los años 1949 y 1960, don Daniel Belmar Ríos”, estas fueron las palabras con que el decano de la Facultad, Carlos Calvo, comenzó sus palabras de homenaje a Belmar.
En las últimas entrevistas que dio a los medios de prensa de la época, el ilustre farmacéutico y escritor indicó que su mayor satisfacción había sido ser profesor universitario, enseñar a jóvenes de Farmacia quienes le transmitían alegría y vitalidad, y el mejor premio como hombre de letras: ser leído por la juventud.
El decano señaló que “dando su nombre a este auditorio quisimos perpetuarlo en nuestro recuerdo, no sólo por su dimensión humana, sino por su calidad de verdadero farmacéutico y gran escritor”.
A juicio de la autoridad obras como Roble Huacho, Coirón, Los túneles morados, Ciudad Brumosa, entre tantas otras, lo hicieron brillar en las letras “pero no podemos desconocer que él también destacó en el campo farmacéutico, su amada profesión, en que como maestro bondadoso, sencillo y generoso, nos deja su máxima: La Universidad entrega ciencia, la vida profesional conciencia”.
Mario Rodríguez, director de la revista Atenea, entregó una semblanza del autor nativo de Neuquén y exponente de la generación de ’38 (que fue marcada por los acontecimientos sociales y, en particular, de la Guerra Civil Española). Rodríguez, además, presentó un análisis de dos obras de Belmar, Coirón y los Túneles Morados, cada una contrapuesta a la otra -luz y sombra, amor y desencuentro- pero que al final se impone la semejanza, ya que –según el pensamiento de Belmar- “la literatura nunca se ve privada de la utopía”.
Uno de los momentos más simbólicos de la ceremonia fue en la musicalización de Roble Huacho, por parte de Jorge y Nicolás Vera, padre e hijo, nieto y bisnieto de Daniel Belmar. Peter Lewis Belmar, evocando la estampa bonachona y los gruesos lentes de su “tata”, recordó la memoria de su abuelo y el cariño de que le inculcó a su familia por la Universidad de Concepción.
Por este motivo entregó a Mario Rodríguez los originales de Detrás de las máscaras, una de sus novelas, para que permanezca al resguardo de la Universidad de Concepción y se funda en su memoria. |
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