Teresa de la Cerda Alarcón
Mis pacientes me dieron el
mejor material para el libro
Cuando pequeña, en Talcahuano, pensaba que no existía otra profesión que la de médico. Su padre lo era y la clínica paterna estaba exactamente al frente de su casa. Ella y su hermano, fallecido prematuramente, siguieron la impronta familiar y estudiaron en la Universidad de Concepción.
Teresa de la Cerda Alarcón (casada, tres hijos, siete nietos) es una profesional destacada en un ámbito que hoy es top: la cirugía plástica. Tras largos años de práctica profesional en Concepción, se desempeña en Santiago, donde su consulta -no lo oculta- está siempre repleta de mujeres y hombres en la búsqueda de esa cualidad que desde la noche de los tiempos todos ansían: la belleza.
Recientemente lanzó su libro Cirugía Plástica. Tus preguntas, mis respuestas editado por Grijalbo y que quiere ser una guía sobre las grandes interrogantes, dudas y temores que tienen los pacientes.
¿Cuáles son los grandes cambios experimentados y a qué se debe el boom de su especialidad?
La mayor presencia de mujeres. Hace treinta años éramos muy pocas. Y más de alguna vez escuché llamarme “doctorcita” con un dejo peyorativo que molestaba. El que las personas han perdido el temor frente a una operación destinada a recuperar juventud y belleza y tampoco le dan signos de frivolidad extrema. Es la constatación que se trata de algo destinado a vivir y a sentirse mejor más grata con uno misma y con el entorno. Las mayores expectativas de vida. Hoy se vive más y se quiere llegar en mejor forma a la vejez.
¿Cómo surge su veta de escritora?
Tras treinta años escuchando a mis pacientes que muchas veces se iban y me llamaban diciéndome “me olvidé preguntarle esto o lo otro”. Revisando bibliografía me di cuenta que existía mucha literatura, también en Internet, pero lo que más abundaba era la descripción de operaciones estéticas no así las explicaciones en torno a dudas, a sensaciones, a temores y ahí empecé a armarlo. En el fondo fueron ellos quienes me dieron el mejor material con preguntas íntimas, de mucha confianza.
¿Cuáles son las operaciones plásticas más solicitadas y algún día habrá un acceso mayor a ella?
Todos tenemos experiencias distintas. En mi caso es el rostro, los párpados, mamas y el abdomen. Se está produciendo ese mayor acceso. Hay hospitales que tienen la especialidad, clínicas que ofrecen precios moderados, gente que viaja al extranjero porque es más barato, médicos que dan facilidades, cirugía reconstructiva que intenta volver a la armonía a quienes lo necesiten.
Han surgido casos fatales y operaciones hecha por profesionales poco idóneos
Nunca nos cansaremos de advertir y de instar a que los pacientes pregunten sobre la formación de un médico, dónde, cuánto tiempo, con quién o quiénes. Es la única manera de salvaguardar la vida y la salud.
¿Cómo recuerda su época de estudiante?
Ingresé a la Universidad en 1966, la época más convulsionada de la política chilena y me recibí en 1973. Teníamos en la Facultad un grupo muy entretenido y nuestra formación fue rigurosa. Siempre supe que sería cirujano. La medicina es parte de mi vida.
¿Instalarse en Santiago fue un desafío mayor?
Siempre digo que los penquistas la llevamos. No sólo en la medicina. En las artes, la música, la televisión, la plástica. Hacemos contribuciones importantes y dejamos bien puesto el nombre de nuestra ciudad de origen.
Mónica Silva Andrade
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