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Fiel a un único compromiso: la excelencia
¿Se ha preguntado usted, alguna vez, para qué sirve la ejecución musical? O, formulada la pregunta de otra manera: ¿Su mundo íntimo sería diferente sin esta experiencia sonora, que compartimos varias veces en el año? (...)
En nuestros días se habla mucho de música, incluso más de lo que se la escucha. Innumerables teorías y tendencias, entre las que interactúan valores estéticos diversos con necesidades de mercado impregnan el quehacer de las orquestas en el mundo, expresándose principalmente a través de las programaciones, aunque en una manera mas sutil y profunda, a través del enfoque musical de dichas orquestas. Esta suerte de proselitismo artístico no es ajena a ningún organismo sinfónico del orbe. Como representantes de una estética que prioriza el «escuchar» sobre el «oír» y la percepción profunda sobre el facilismo mediático, las orquestas navegan en un estrecho y turbulento río cuyas márgenes parecen ser la estrechez financiera por un lado, y por el otro la creciente impermeabilidad del medio cultural contemporáneo hacia un mensaje sonoro que trasciende la experiencia auditiva, para transformarla en un debate, aunque el desarrollo de este debate sea, en la mayoría de los casos, íntimo e inconsciente.
A diferencia de la política, arte del compromiso y el acuerdo, la manifestación artística se caracteriza por mantenerse fiel a un único compromiso: la excelencia, actitud imprescindible para acceder, en un aparente contrasentido, al mayor objetivo artístico: la expresión libre de compromiso. Debemos a esto añadir que, como toda experiencia espiritual y como la vida misma, la riqueza de la música reside precisamente en su carácter efímero, y por lo tanto, un proceso genuino de preparación de una obra musical debe tener un solo objetivo: la obra misma, como sistema temporal y autorreferente.
Luis Gorelik
Director Artístico
Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción
(Extraido del programa de mano, Orquesta Sinfónica temporada 2006)
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