Hace
10 años, Miguel Parra estudiaba arte
en la Universidad y exponía en el Instituto
Chileno Norteamericano su primera instalación,
Emblemática, una suerte de grandes estandartes
con bordados y batik.
Desde aquella obra realizada con telas sueltas,
la evolución de este joven artista lo
ha llevado no sólo a viajar por casi todo
el mundo, sino que a residir medio año
en París y el resto en Essaouira, Marruecos,
donde es artista residente, invitado por el gobierno
marroquí.
Y esa evolución lo trajo nuevamente a
Concepción donde, como un eco de esa primera
muestra, exhibe en la Casa del Arte Les enfants
du vent, exposición donde evoca el mundo
de la infancia con sus iconografías características
y, también, ciertos conceptos fantasmagóricos
ligados a ella.
“La
concepción de este trabajo la comencé el
año 2000 cuando estaba trabajando en el
tratamiento de ciertas patologías y ciertos
problemas sociales a través del arte.
Con dos sicoanalistas abordaba a niños
que habían sobrevivido a las guerras,
a los exilios, a ciertas problemáticas
de violencia sexual, en general a ciertas cosas
horrorosas... Y a partir de ciertos dibujos que
los niños me regalaron, partí con
esta instalación”.
Así, transformó esto en una nueva
iconografía que representa su punto de
vista, como adulto, pero a partir de testimonios
y cosas reales. Además, trabajo con las
técnicas de origen de las personas, por
ejemplo los bordados de Marruecos y los encajes
de Turquía.
La muestra de estas sábanas se complementa
con el video digital El viento de los Andes,
que es estrenado aquí y que representa
su desplazamiento definitivo a la virtualidad.
-¿A qué obedece la disposición
espacial de las sábanas?
-Me interesa mucho que esto se mantenga
muy aéreo.
También representa imágenes personales
de correr en medio de las sábanas y de
referencia a que son las madres las que lavan...
igual revierto esto: muchas de las técnicas
que utilizo en Chile están vinculadas
con el mundo femenino, pero en los países
que he visitado son ejecutadas por el mundo masculino.
En Marruecos el bordado es exclusivamente masculino,
en Turquía los encajes originarios de
allá son hechos por hombres. El que estén
colgadas así responde, además,
a que en ciertos países donde se trabaja
con el textil la gente cuelga las cosas.