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La
eñe también es gente
En
un artículo de la escritora argentina
María Elena Walsh, que reproducimos parcialmente
se argumenta con fuerza en defensa de la letra
eñe. Por su originalidad se reproducen
algunos párrafos.
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“La
culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos.
Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses,
el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras,
señores, compañeros, amados niños! ¡No
nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado
los signos de apertura de interrogación y admiración.
Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han
traducido el pochoclo. Y como éramos pocos,
la abuelita informática ha parido un monstruoso
# en lugar de la eñe con su gracioso peluquín,
el ~. ¿Quieren decirme qué haremos con
nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro
de extinción figuran los ñandúes
y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya
cómo cantarán Añoranzas? ¿A
qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del
Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel
tapado de armiño y la ñata contra el
vidrio? ¿Y
cómo graficaremos la más dulce consonante
de la lengua guaraní?”
“
La ortografía también es gente”,
escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre
variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos
blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros,
pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita
segunda, la eñe, jamás considerada por
los monóculos británicos, que está en
peligro de pasar al bando de los desocupados después
de rendir tantos servicios y no ser precisamente una
letra ñoqui.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo
al mundo entero por Internet! La eñe también
es gente.
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