Dos
miradas contrapuestas a la Educación Superior
La
víspera de Semana Santa no fue obstáculo
para que un grupo de interesados se congregara en el
auditorio del diario El Sur para reflexionar sobre
La universidad chilena en el marco de los requerimientos
laborales del siglo XXI, teniendo como expositores
al rector Sergio Lavanchy y al director del programa
de Educación del Fundación Chile, José Joaquín
Brünner.
Lavanchy comenzó con un diagnóstico de
la educación superior en Chile: 25 universidades
del Consejo de Rectores, 39 universidades privadas; 48
institutos profesionales y 117 centros de formación
técnica y 566 mil alumnos en el sistema al 2004.
También destacó que un tercio de los jóvenes
entre 18 y 24 años están en la educación
superior. En un segundo momento se detuvo en la evolución
del mercado y la empleabilidad. Con relación a
la enorme proliferación de la oferta de carreras
destacó que el país tiene dos desafíos
importantes pendientes: la calidad y el financiamiento.
Frente a la saturación del mercado, Lavanchy se
situó “entre los que creen que es necesario
regular vía la calidad”, señalando
además, que cree urgente hacer cambios en las
carreras técnicas, dado que los jóvenes
prefieren las universitarias por prestigio.
El nuevo profesional del siglo XXI, un tercer aspecto
desarrollado, requiere algunas competencias distintas
al egresado promedio, como son la capacidad de
profundizar sus conocimientos vía educación continua,
ser globalizado, es decir capaz de hablar otros idiomas;
abierto al cambio y análisis crítico; con
capacidades para alcanzar logros cuantificables, con
competencias de liderazgo y comunicación y emprenderor.
Brünner dejó de lado la ponencia que traía
preparada y optó por comentar lo expuesto por
el Rector. Con una mirada centrada en el mercado destacó que
las tasas de retorno privado en la educación superior
son del orden del 17% a 18% y que por lo tanto se trata
de una excelente inversión. Señaló que
de existir saturación en el campo laboral para
los profesionales, sería el propio mercado el
que debiera regularlo. Para él, la falta de estudios
empíricos no permite señalar que el mercado
esté saturado. Y más bien proyecta que
los profesionales que son hoy 10% de la fuerza de trabajo,
tendrán cambios significativos en sus salarios,
principalmente en el estancamiento o caida de los mismos
y en la mayor dispersión dentro de una misma profesión,
lo que él estima positivo para la sociedad. El
rol del Estado –dado que en el sector privado hay
una transacción directa entre la universidad y
las familias- lo limita a asegurar estándares
mínimos en la formación mediante la acreditación
y la entrega de información pública sobre
el destino de sus graduados.
La ronda de consultas abordó temas variados con
el papel del posgrado, la pertinencia de las carreras,
la relación universidad-empresa, los debates pendientes
sobre entrega de títulos y grados y el financiamiento,
entre otros.
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