Hace
ya un año que los países iberoamericanos
firmaron la Declaración de Compostela, fruto
de la reunión de los rectores y encargados de
relaciones internacionales de 200 instituciones universitarias
de Iberoamérica que no sólo hizo un diagnóstico
de la realidad de la educación superior en 220
universidades de ambos continentes, sino que una serie
de recomendaciones dirigidas a los poderes públicos,
agentes sociales económicos e institucionales.
Compostela recoge los conceptos ya emitidos luego
de la conferencia mundial convocada por la Unesco
en 1998,
que asumió que la cooperación y el intercambio
internacionales son mecanismos decisivos para promover
la educación superior en todo el mundo.
Ese mismo año, la Declaración de la Sorbona
sentó las bases para la creación del espacio
europeo de educación superior y, un año
más tarde, la Declaración de Bolonia estableció los
principios y compromisos para orientar este camino. Estos
compromisos, ratificados en Praga en 2001 y Berlín
en 2003 son las piedras angulares sobre las que se asienta
el futuro de las universidades.
Chile al firmar los acuerdos con la Unión Europea
se obliga a hacer suyos estos compromisos y ponerlos
en práctica, proceso que se ha iniciado de manera
incipiente y no sin dificultades, al igual que en Europa.
En Santiago de Compostela quedó claro que las
universidades no pueden limitarse a esperar la acción
de las instituciones políticas para intensificar
la acción mutua en el ámbito iberoamericano
y que, sin embargo, deben convertirse en dinamizadoras
del proceso.
Las medidas propuestas, y que deben ser evaluadas
luego de un año, tienden a homologar los modelos de
evaluación y calidad; incorporar sistemas de créditos
académicos que posibiliten la convalidación;
intensificar los programas de movilidad de profesores,
alumnos y administrativos aprovechando las ventajas de
la lengua común; reducir la brecha digital y promover
el uso de las tecnologías de información
y comunicación para el intercambio académico
y la movilidad virtual, entre otras.
La internacionalización es una de las prioridades
de la educación superior actual y el uso de las
nuevas tecnologías puede y debe mejorar las posibilidades
de acceso a otras visones de mundo de los miembros de
la comunidad universitaria y, de manera especial, de
quienes ingresan este año a nuestros Campus.
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