Margarita
Casadio
La amplia diversidad de
ámbitos de la agronomía
María
Margarita Casadio Ploneitis (separada, una hija) es
uno de los ingenieros agrónomos que -como muchos-
guarda especiales recuerdos para la escuela que los
formó, razón suficiente para estar presente
en el gran encuentro de ex alumnos realizado a principios
de noviembre, con motivo de los cincuenta años
de la facultad de Agronomía en Chillán.
Ejecutiva
de fomento de la Corporación Educacional
Sociedad Nacional de Agricultura, Codesser, institución
creada para colaborar en el desarrollo humano y productivo
del sector agrícola, su oficina se ubica en
uno de los pocos edificios tradicionales del centro
de Santiago
y que alberga a la SNA.
Por cosas del destino llegó a estudiar a Chillán.
Siempre tuvo muy claro que agronomía era su vocación
y se suponía que lo haría en Santiago donde
vivía. Sin embargo, en una decisión loca,
con el apoyo de sus padres, partió a Chillán
Estudió primero dos años de Tecnología
Agrícola, luego de los cuales se trasladó a
Agronomía. Se iniciaban los 70. -¿Como
son sus recuerdos de su época de estudiante?
-Fue un período marcado por una fuerte interacción
entre quienes estudiábamos, la mayoría
sin nuestras familias. Por lo tanto la hermandad surgió espontánea
y sin problemas, aunque era un período político
complicado. En ese entonces sólo estaba Agronomía,
luego llegó Veterinaria y Forestal. Tengo un recuerdo
especial con los conciertos que la Orquesta ofrecía
en la laguna.
-¿Las perspectivas profesionales son amplias?
-Agronomía es una carrera tan diversa y allí radica
su atractivo. Esa diversidad de ámbitos puede
llevar a un profesional desde el laboratario de análisis
genético de vinos, a las plantas a partir de células;
a tener que movilizarse arriba de un tractor (en una
imagen más tradicional ligada con el campo), a
la economía agraria, a la diversidad vegetal y
ganadera, es decir, amplios horizontes de conocimientos.
Si los profesionales desean desarrollarse y ubicar un
campo de especialización pueden hacerlo, tienen
amplias perspectivas.
-¿Cómo ha sido su propia experiencia profesional?
-Trabajé años en el tema planificación
y desarrollo de áreas rurales en Serplac-Concepción.
Luego me volví empresaria dedicada a fumigaciones
para parcelas. Otro período estuve sin trabajar
y desde hace tres años estoy en mi actual cargo.
-¿A qué se dedica específicamente?
-Al manejo de los instrumentos CORFO para el
sector silvoagropecuario en el Area Metropolitana,
así como al traspaso
de conocimiento y tecnología a pequeñas
y medianas empresas mediante un programa de proveedores,
otro de fomento asociativo; un fondo de asistencia técnica
y otro de pre inversión en riesgos. También
asesoramos en producción limpia. Estos son temas
importantes en el ámbito de lo que en política
agrícola son las buenas prácticas agrícolas
que tienen relación con el cumplimiento de los
tratados internacionales.
-¿Cómo se ligan al tema de la educación?
-Los excedentes, por tratarse de una corporación
sin fines de lucros dan a las escuelas, para ayudar a
la educación de unos 8.000 alumnos en todo el
país, a través de la formación en
escuelas agrícolas, becas, internados, etc.
-¿Cómo evalúa su formación
universitaria?
-La profesión es un tercer apellido, es para toda
la vida, y en ese sentido resulta un orgullo haber estudiado
allí. La Facultad siempre fue pionera y supo adecuarse
a las exigencias de esos tiempos. La fue la adecuada,
capaz de abrirte puertas y ventanas. Lo comentábamos
junto a los profesores y compañeros con los cuales
compartimos el encuentro aniversario y mi propia experiencia
personal lo demuestra.
-¿Qué fue lo más relevante del encuentro?
-Eramos unos 150 profesionales
llegados de todas partes. Las
emociones sinceras,
la
espontaneidad que surge
en los reencuentros, como que
cada cual se saca
de encima
el cargo para volver a ser
simplemente ex alumnos. Anécdotas
por montones y ver a los profesores que cuando éramos
alumnos parecían mayores y ahora resultan que
tienen unos pocos años más que nosotros. Mónica
Silva A.
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