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nro 531  Jueves 2 de septiembre de 2004

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Fernando González
La capacidad de relacionarse con la diversidad

Fernando González Núñez es bioquímico, está casado con Gloria Mercado Bugain y tiene dos hijas, Javiera de 11 años y Alejandra de dos años y medio. Actualmente es el jefe de laboratorio del departamento del Ambiente del Servicio de Salud Coquimbo, emplazada en la bella ciudad de La Serena.

Oriundo de Concepción, emigró hacia la cuarta región para hacerse cargo de una incipiente sección encargada del análisis de alimentos, el que convirtió ahora en unos de los mejores y más equipados laboratorios ambientales nivel nacional que nada tiene que envidiarle a su referente nacional, el Instituto de Salud Pública. Pasó su infancia y adolescencia como un salesiano de corazón para ingresar el año 1979 a la Universidad de Concepción. Hijo de un empleado de Huachipato ingresó a Bioquímica donde dice haber vivido años maravillosos compartiendo la vida y la Facultad con los químicos farmacéuticos, época en que destaca el ambiente relajado, el compañerismo y por sobre todo la simplezas de las personas con quienes estudió y la cercanía de los profesores. Además de formar su carácter, conoció a su esposa, en esos años una estudiante también de Bioquímica y que hoy está a cargo del Laboratorio Clínico del Hospital de Coquimbo.

¿Qué te motivó a estudiar Bioquímica?

Mi inquietud por la Bioquímica tenía que ver con el interés por lo científico y estar lejos de las ingenierías y las áreas sociales con las que creo no tener aptitudes. La bioquímica en ese tiempo era sinónimos de ciencia, ahora es más ingeniería, está presente en todo. En ese entonces era más el estudio de la biología como una ciencia básica, conocer procesos metabólicos, cómo se aplican en el cuerpo humano, en la parte animal, en la parte vegetal.

¿Qué impresión le produjo ir a la Universidad como alumno y ya no como un visitante más?

La Universidad me encantó desde el primer momento tanto en la forma de impartir conocimiento como por el barrio. Es una de las pocas universidades que logra combinar el tema estudio con lo ambiental y arquitectónico. Además hice muchos amigos porque la carrera era muy pequeña, los alumnos no eran más de veinte por lo que era fácil hacer amistades. Los estudiantes y los profesores eran personas sencillas, no había ese distanciamiento docente-alumno. Pero hubo años fuertes, entre el 83 y 85, en que compañeros nuestros fueron golpeados y encarcelados. No da gusto recordar. Eramos muy pocos y si faltaba uno sabíamos que algo malo pasaba.

¿Cómo fue el paso al mundo laboral?

Luego de titularme el 85 estuve en el Laboratorio de Inmunología de la Universidad Católica en Santiago. A los dos años me vine a trabajar a la dirección de Servicio de Salud Coquimbo, luego de visitar La Serena para presentar un trabajo en un Congreso. Tuve bastante suerte porque el campo laboral era muy reducido en el sur para los bioquímicos como profesionales.

¿ Cuál fue el legado de la Universidad en su vida personal?

Su legado fue la capacidad que me entregó para relacionarme con gente muy diversa, de distintos lugares, con formas de vida diferentes. Relacionarte con la diversidad es lo que te permite proyectarte, llegar a un lugar y surgir. Me vine a vivir solo a La Serena y pude formar una familia y desarrollarme profesionalmente sin problemas.

¿ Cuál es el rol que le asignas a tu formación en tu quehacer diario?

La bioquímica me sirvió para lo que yo hago ahora, que es el manejo técnico y administrativo de un laboratorio de análisis ambiental. Estoy muy orgulloso de ser capaz de desarrollar y proyectar un laboratorio de ambiente que en principio era un pequeño laboratorio bromatológico (de análisis de alimentos) y que a través de diversos proyectos lo hemos convertido en un laboratorio que nada tiene que envidiar al del Instituto de Salud Pública. En equipamiento, resultados y profesionales, el nivel es buenísimo. Pudimos integrar los análisis de suelo, aire, agua, etc, incluyendo todo lo que no tenga que ver con muestras biológicas que es labor de los laboratorios clínicos. En la región no hay ningún laboratorio privado que realice nuestro trabajo y estamos muy bien catalogados junto al Sesma, o los servicios de Concepción o Viña.

Ximena Bertin Espinoza

   
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