Carlos Abel Jarpa
Es
médico oftalmólogo, está casado
con Carmen Concha Matus y tiene tres hijos. Cumple
su segundo período como diputado del Partido
Radical Social Demócrata por el distrito 41
y antes fue gobernador de la provincia de Ñuble
entre 1990 y 1996. Su opción por la Universidad
de Concepción no sólo se explica por
la presencia en Chillán de la Escuela de Agronomía,
la cercanía del campus penquista y su tradición
de excelencia, sino también por la influencia
de su padre, médico formado en esta casa de
estudios.
Ingresó a la universidad en abril de 1962. Tres
años después emigró a la Universidad
de Chile junto a la mitad de su curso, algo habitual
para esa época porque a pesar de que habían
facultades de medicina en las universidades de Chile,
Católica, de Valparaíso y de Concepción,
sólo la primera estaba habilitada para entregar
el título profesional de médico.
¿Cómo
fueron esos años?
Hubo cosas muy interesantes, como la conferencia
que dio el rector David Stitchkin cuando dejó la Universidad,
fue algo impactante que todavía recuerdo muy claramente.
Además me tocó ingresar en un periodo muy
especial, era compañero de Luciano Cruz, en el
curso superior estaba Miguel Henríquez, fui compañero
de curso de Arturo Hillerns, detenido desaparecido, pero
lo más importante era nuestro compromiso con la
sociedad, eso para mí fue muy marcado.
¿
De qué manera influyó eso en su carrera?
Para mí la política y la medicina tienen
un denominador común: el servicio público.
Para mí la salud es un servicio y eso es algo
que quedó de mi paso por la universidad. Recuerdo
que entre los requisitos para ingresar a la Escuela debíamos
explicar los motivos por los cuales queríamos
estudiar esa carrera, todos los que entrábamos
teníamos como norte el servicio hacia nuestros
semejantes.
¿
Había un sistema de selección?
El año en que yo ingresé no hubo entrevista
personal pero sí un examen de admisión
escrito que tenía 21 preguntas, con cinco de cultura
general, como cuáles eran las mujeres parlamentarias
de entonces. Lo que te quiero decir es que la Universidad
de Concepción nos enseñó nuestro
compromiso con el mundo, el rol que nos corresponde en
sociedad, eso, unido al ejemplo de mi padre, es lo que
me ha hecho estar siempre comprometido con la gente y
la democracia.
¿
Entre política y medicina, con cuál se
queda?
Para mí están íntimamente unidas.
Nosotros como médicos hacemos un juramento en
el que nos comprometemos a asistir a todas las personas
independiente de su pensamiento filosófico, religioso,
condición social o económica y creo que
eso hago en mi labor política. Indiscutiblemente,
uno debe tener una visión de cuáles son
nuestros valores y cuál es el mundo que queremos,
por eso que para mí lo fundamental es ser solidario.
¿Tiene que ver eso con el desinterés por participar en política?
Hoy estamos en un mundo mucho más pragmático que hace cuatro décadas
y eso influye sobre el interés de los jóvenes por participar en
política, por eso es importante que nuestra sociedad sea más solidaria,
debemos sentirnos orgulloso de la institucionalidad que tiene nuestro país,
de la seriedad de nuestras políticas.
¿
A pesar de lo que ha ocurrido en los últimos meses?
A pesar de eso. Yo sostengo que los medios periodísticos también
tienen su responsabilidad en esto porque, cuando ciertos temas se mantienen en
cartelera tanto tiempo, se hace una caricatura y eso no es bueno.
Y en ese marco, entonces ¿cómo recibe la condena en el caso coimas?
No ha terminado el proceso. Lo más peligroso aquí es que las personas
quedan condenadas antes de que termine el juicio. A (Patricio) Tombolini lo condenaron
socialmente en noviembre del 2002 y el proceso aún no terminaba, entonces
hay que esperar que la justicia concluya su trabajo y respetar la presunción
de inocencia. Erwin
Acevedo Ibáñez |