Por
tres años fue acreditada la carrera
de ingeniería civil agrícola, culminando
exitosamente el proceso de evaluación interna
y externa al que se sometió en forma voluntaria.
El decano Luis Salgado Seguel, se mostró satisfecho
de este reconocimiento y estimó que tres
años es el tiempo adecuado para resolver
una serie de temas que tienen en carpeta y para
concretar cambios significativos, «que no
me cabe duda nos permitirán volver a acreditar
la carrera y por un período mayor»,
comentó.
Salgado valoró el análisis de fortalezas
y debilidades que entregó la comisión
nacional de acreditación y que coincide
con la autoevaluación que se hizo al interior
de la facultad.
Entre los desafíos destaca la modernización
de los planes de estudio, fundamentalmente para
terminar con dificultades como la excesiva rígidez
del currículo -con pocas opciones para que
el estudiante avance y seleccione áreas
de especialización (pocos electivos)-, la
duración de la carrera (6 años) y
un período muy largo de titulación,
lo que se explica en todo caso por razones socioeconómicas
(comienzan a trabajar una vez egresados) y no precisamente
académicas.
«Estamos
muy conscientes de estas debilidades y también de que se trata de mejoras que no
requieren grandes inversiones, de modo que todo
pasa por la capacidad y voluntad que tengamos para
adaptarnos», destacó el decano.
Entre las principales fortalezas de la
carrera destacan su planta académica, altamente
capacitada, con 27 jornadas equivalentes, de las
cuales 14 tienen el grado académico de doctor.
También su infraestructura y equipamiento,
ya que buena parte de los laboratorios han sido
modernizados en los últimos años,
con recursos provenientes del proyecto Mecesup
que benefició a todo el campus y de proyectos
de investigación financiados por Fondef
y Fondecyt.
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M+s
información
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Implementan
programa para controlar la obesidad
Estudios
realizados en el Campus Chillán,
con estudiantes que ocupan el Servicio
de Alimentación muestran un
aumento en la obesidad tipo 1 (con
IMC de 25 a 29.9) desde un 16% el año
2001 a un 43% el año 2002, mientras
que el obeso tipo 2 (con IMC entre
30 a 34.9).
Así lo dio a conocer el subdirector
académico de la sede, Sergio Recabarren,
quien señaló que aunque
las cifras no son altamente preocupantes,
y el estudio solo incorporó a
los estudiantes que reciben almuerzo
y/o cena en el comedor universitario
(230 alumnos en promedio de un total
de 1400), representan, en términos
generales, lo que ocurre con la población
estudiantil.
Basados en esos antecedentes, el
Servicio de Salud y el Servicio
de Alimentación
de la Subdirección Académica
Estudiantil han iniciado un programa
educativo de control de la obesidad que
comprende el diagnóstico e intervención
a un grupo de estudiantes voluntarios
con el fin de reducir su IMC a cifras
consideradas normales.
Este programa, explicó el doctor
Recabarren, incluye examen clínico
y de laboratorio, atención y educación
nutricional, atención y educación
en salud y eventualmente tratamiento
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