Luego
de una semana, la mirada del mundo y de nuestra casa de
estudios continúa puesta en España, luego
que el jueves 11 de marzo se conociera el salvaje atentado
en Madrid que ha costado, hasta la fecha, la vida a doscientas
personas.
Calificado
de monstruoso por las Naciones Unidas, de
peor acto terrorista cometido en la Unión
Europea por el parlamento europeo, o de barbarie
por el Consejo de Europa, el cuádruple atentado
del jueves en Madrid provocó consternación
en el mundo.
En
la larga serie de calificativos que expresan la reprobación
general, el papa Juan Pablo II utilizó el de execrable.
Alemania, por la voz de su ministro de Exteriores, Joschka
Fischer, los calificó de abominables,
mientras que su homólogo británico Jack
Straw consideraba el ataque indignante.
Desde
nuestro país, tanto la ministra de Relaciones Exteriores
como el Presidente de la República hicieron pública
su condena. Nuestra casa de estudios también hizo
presente su solidaridad y respeto.
Sin
embargo, y pese a la tragedia, en la misma semana se realizaron
las elecciones democráticas para elegir sus representantes
en el parlamento, en las que participaron más del
75% de los electores, dando una ejemplo del valor que
tiene esta forma de gobierno como camino para el entendimiento.
Estos
hechos nos deben llevar a reflexionar en conjunto con
la comunidad universitaria y a fomentar los valores propios
de la democracia.
En
una sociedad democrática, ninguna idea puede sustentarse
mediante el asesinato y el terror. Y las naciones de América
Latina y nuestro país en particular han escogido
caminos de diálogo y entendimiento para buscar
vías de superación a los dolorosos acontecimientos
del pasado.
La
tarea como educadores es comprometernos en la edificación
de un mundo más fraterno y solidario, a pesar de
los obstáculos que se puedan encontrar en el camino.
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