La necesidad de reiterar el llamado a recibir a los alumnos de primer año con dignidad se convierte en un imperativo. Cuando los diversos organismos han realizado acciones para fomentar un “mechoneo creativo”, vuelven a surgir con fuerza las mismas conductas que vejan la dignidad de quienes ingresan a las aulas universitarias.
Es lamentable ver a los alumnos mendigando en las calles, cubiertos de lodo y pintura, solicitando dinero para recuperar una prenda perdida.
Esto, cuando en paralelo se han establecido premios para aquellas carreras que lleven a cabo recepciones diferentes y amigables para sus nuevos compañeros, que consideran –además- estímulos económicos para solventar las actividades sociales posteriores.
Poniendo en práctica los principios que sustentan esta Universidad, se ha pedido recibir con afecto y sin diferencia alguna a los alumnos provenientes de todo el país, de las más diversas características y condiciones sociales y económicas.
También, respetar a todas las personas y ser tolerantes con todas las creencias y condiciones por sobre todas las cosas, e invitar a los estudiantes a comprometerse con la universidad, el país y los nuevos alumnos para ser gestores de un ambiente más acogedor, más humano y solidario.
La tarea es de todos. El inicio de las clases- efectuado con plena normalidad en todas las carreras de nuestra casa de estudios- debe motivar a académicos, administrativos, es decir a los adultos en general, a colaborar en la creación de un clima que permita la recepción de los nuevos estudiantes respetando su dignidad.
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