Manuel
García de los Ríos
Hace medio siglo: Surgían los Institutos de Ciencias
y el campanil recién se terminaba
Como
estaré de viejo -reflexiona entre divertido y resignado-
el doctor Manuel García de los Ríos Alvarez
(casado, dos hijos, tres nietos) que todos quienes fueron
sus profesores en la facultad de Medicina y en la Universidad
de Concepción, hoy son nombres de hospitales, escuelas
y salas.
Fundador
y actual jefe del departamento de Diabetes y Nutrición
del Servicio de Medicina del Hospital San Juan de Dios
y profesor titular de la facultad de Medicina de la Universidad
de Chile, ha formado a generaciones de especialistas y
ha investigado en torno a la enfermedad que puede considerarse
la explosión epidemiológica del siglo la
diabetes. Es autor del libro Diabetes Mellitus, cuya segunda
edición corregida y aumentada, prepara para ser
reelanzada en un próximo congreso internacional.
-¿Cómo
son sus recuerdos de la Facultad donde estudió?
-Era
una facultad pequeña, en la cual todos nos conocíamos,
Era el año 1947 y los estudios de Medicina se completaban
en Santiago. Tuve la suerte de forjar allí grandes
amistades, como la de John Pomeroy, quien sería
decano, la de Exequiel González, cuya amistad es
de más larga data, del Colegio Sagrados Corazones;
Gabriela Quappe, pediatra; Fernando Pesce y Federico Piffan,
quien se fue a ejercer a Alemania.
-¿Quiénes
eran los profesores de hace medio siglo y de qué
manera influyeron en su formación?
-Eran
dos grupos de docentes. Estaban los alemanes, caracterizados
por una particular exigencia y disciplina, capaces de
entregar una educación muy estructurada y metódica.
Los dres. Henckel, Herzog, el dr Wilhelm, Bruno Gunther.
Estaban además docentes como Enrique Solervicens,
Edgardo Enríquez; Salvador Gálvez. Estaban
grandes mestros de la medicina como Guillermo Grant Benavente;
Ivar Hermansen e Ignacio González Ginouves.
-Cuando
llega a Santiago a completar su formación ¿cómo
se siente?
-Llegué
asustado a Santiago, creyendo que estaba en un nivel inferior,
lo que no tenía nada que ver con la realidad. Muy
por el contrario. No sólo venía con buenas
notas, sino que además con una formación
sólida. Lo hago al hospital San Juan de Dios. Me
encuentro con quien fue mi maestro y mentor, el profesor
Armas Cruz que me hizo trabajar al lado suyo.
-La
diabetes es hoy una enfermedad que la sufren millones
de personas en el mundo ¿por qué llega a
especializarse?
-Provengo
de la medicina interna y partí becado a la Universidad
de Minessotta. Era una enfermedad que entonces provocaba
mucha mortalidad. No es el caso de hoy donde ya nadie
se muere. De regreso estoy entre los fundadores del departamento
de Diabetes y Nutrición del Servicio de Medicina
del Hospital San Juan de Dios.
¿Qué
es la diabetes?
Es
una enfermedad metabólica, crónica, que
se caracteriza por elevados niveles de azúcar en
la sangre y que puede provocar daños anexos en
arterias, riñones, ojos. Tenemos una predisposición
genética, a lo que hay que sumar factores ambientales
como los malos hábitos alimenticios, el sedentarismo
y la obesidad. Así como la sombra al cuerpo, la
diabetes sigue a la obesidad.
-¿La
obesidad está ligada a los malos hábitos
alimenticios? En esta materia todo tiempo pasado fue mejor.
Algo
de eso hay. No existía la comida chatarra, se comía
frutas y verduras, hacíamos ejercicios, aun cuando
fuera corriendo por una pelota en una pichanga.
Esa cultura se perdió, a ningún niño
se le ocurre comer en el recreo una fruta o un yogurt.
Existe una visión equívoca de lo sano. Para
transformar esa realidad nada como la educación,
que nos permitiría prevenir.
¿Cuál
es el legado que le dejó la U. de Concepción?
Importante
e imperecedero y eso lo repito en todas partes. Una disciplina
de estudios, valores, una enorme libertad de pensamiento.
Yo fui un católico estudiando en la universidad
laica. Pasar por allí me enriqueció y soy
una agradecido de ello.
Mónica
Silva Andrade
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