Alexander
Leibbrandt
Entusiasta gestor del gran museo del cobre
Enfático
y asertivo, como buen alemán, Alexander Leibbrandt
von Neepe und Olischau (casado, dos hijos) pone condiciones
para la entrevista: que se realice en Museo de Historia
Natural de Quinta Normal. Allí en la sala Pro Cobre
se expone La civilización y nuestro cobre, de la
que es gestor y entusiasta impulsor, base del futuro Museo
del Cobre.
Otra
parte de la colección se exhibe en la casa matriz
de Codelco. Esta se ha conformado con objetos comprados
y traídos muchas veces por él mismo, en
una tarea que considera relevante, más aún
que la propia, de ir por el orbe ofreciendo nuestro principal
producto de exportación.
Ingeniero
civil metalúrgico de nuestra Universidad, es subgerente
de Ventas de Cobre no Refinado de Codelco y autor del
libro Civilización y Cobre, en una cuidada edición
bilingüe.
-¿Hay
toda una mirada cultural en torno al tema?
En
mis viajes me di cuenta cómo cada ciudad o pueblo,
por pequeño que sea, tiene su museo donde guarda
y exhibe aquello que les es más característico
y que produce, por sencillo y doméstico que sea.
En las culturas orientales, en tanto, el cobre sirve para
la devoción, para el ritual religioso. Nosotros
no teníamos nada siendo el cobre tan importante
para nuestra economía Así partió
la idea, presenté presupuesto y empecé a
comprar materiales, objetos y a conformar la colección
patrimonial, que es muy realizable, accesible y barata
si comparamos con lo que pudiera ser un museo del oro
o de la plata.
-¿De
dónde llega a estudiar a la facultad de Ingeniería?
Desde
Osorno en 1967. Nací en Alemania y llegué
siendo niño a vivir con mis padres a Frutillar.
Mi hermano Jurgen ya era alumno de la Facultad. A mí
me interesaba el tema de los metales. Viví en la
Burchenschaft. Fue una época muy especial, que
me legó una formación sólida que,
en mi caso puse a prueba, desempeñándome
en el extranjero.
-¿Cuándo
empieza su desempeño profesional?
Me
recibo y parto becado a la Universidad Técnica
de Aquisgrán, en Alemania, donde me especializo
en cobre y metalurgia. También trabajo allí
en consultorías de empresas. Mi esposa Elena Vergara,
educadora de párvulos de la misma Universidad,
también se desenvolvió en Alemania en su
profesión. Regreso en 1982. Lo hice por esa sensación
de tener una vida demasiado programada, sin grandes expectativas
y sin mucho futuro entonces en Alemania.
-¿Qué
hizo a su regreso?
Me
desempeñé en Refimet hasta 1984 cuando entré
al departamento de Estudios Comerciales de Codelco. En
1990 fui nombrado gerente de Codelco en Alemania. Luego
de seis años en Düsseldorf. volví al
departamento de Venta de Cobre no Refinado .
-¿Cómo
se vende el cobre?
Viajo
por el mundo y negocio directamente. En un momento hablé
seis idiomas correctamente, ahora ya no. Vendo concentrados,
es decir, insumos utilizados en las fundiciones, y ánodos
y blíster, que son insumos para las refinerías.
Los valores se transan en el mercado. Trabajo con contratos
anuales o a largo plazo. Además tengo el apoyo
de la red de representantes de la empresa.
¿Qué
papel tienen las universidades en relación al cobre?
En
los nuevos usos que mejoran la calidad de vida. Lo vemos
en las cañerías. Ya no son de plástico
son de cobre, los circuitos integrados en el cerebro de
computador, en los televisores, los chips. Como principal
productor tenemos la responsabilidad de innovar, de implementar
nuevas tecnologías que siempre son necesarias y
que nos permitirán mejorar nuestra competitividad.
Pienso que la facultad penquista, que fue pionera en todo
el ámbito de la metalurgia, tiene un papel y un
liderazgo central
-¿Mantiene
lazos con la Universidad?
Hace
unos meses estuve invitado a la facultad de Ingeniería.
Mi cuñado Gustavo Vergara sigue en la Universidad
y cuando viajamos a Concepción siempre damos una
vuelta por el Barrio, mostrándole a nuestros hijos
los lugares de nuestra juventud. Además que tengo
el sueño de mostrar la colección de cobre
en la Casa del Arte.
Mónica
Silva Andrade
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