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Más rápido, más alto, más
fuerte
Una
larga e intensa historia poseen los Juegos Olímpicos
modernos. Surgidos en el año 776 a.c., como un
homenaje a las divinidades helénicas, hoy se han
transformado en el único acontecimiento en que
participan todos los países del mundo, independiente
de sus recursos económicos, alineamiento político
o fe religiosa.
Para
relatar la historia, anécdotas y el espíritu
que ha marcado al principal encuentro deportivo mundial,
el vicepresidente del Comité Olímpico de
Chile, Carlos Pisani, ofreció una conferencia a
los estudiantes de la carrera de Educación Física.
Estos
juegos son el más grande festival deportivo y de
amistad internacional desde la antigüedad, en Grecia,
explicó Pisani. Desde sus inicios hasta su prohibición
por considerarlos ritos paganos- en el 394 d.c.,
fueron desarrollados cada cuatro años sin excepción.
El espíritu arqueológico del siglo XIX rescató
las ruinas de Olimpia y el aristócrata Pierre de
Fredi, barón de Coubertin, restauró el espíritu
olímpico y los Juegos, que volvieron a celebrarse
en 1896, en Atenas. La visión de Coubertin creó
un movimiento en el que se reúnen los atletas del
mundo en una celebración pacífica de competencias,
agregó. Su meta es ayudar a construir la paz y
un mundo mejor a través de la educación
de los jóvenes con el deporte sin discriminación
de ningún tipo y con el espíritu olímpico
que requiere entendimiento mutuo de amistad, solidaridad
y justicia.
Lo
más importante de los Juegos Olímpicos no
es ganar sino competir, así como lo más
importante en la vida no es el triunfo sino la lucha.
Lo esencial no es haber vencido sino haber luchado bien.
Con estas palabras, tomadas del arzobispo Ethelbert Talbot,
el baron de Coubertin resumía el espíritu
olímpico, que aún se mantiene, enfatizó
Pisani, y que se complementa con una frase que utilizaba
el director del colegio Arcuelli para describir los logros
atléticos de sus estudiantes: más
rápido, más alto, más fuerte.
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