Gustavo
Sciolla
La
U puede enorgullecerse que uno
de sus hijos ocupe este cargo
Creo
que para la Universidad de Concepción es un orgullo que
uno de sus hijos llegue a ocupar el cargo de Contralor
General de la República, señala el abogado Gustavo Sciolla
Avendaño (71), quien asumió el 12 de agosto. Su designación
tras 45 años de labor en ese organismo, se produjo con
algo de polémica, por ser el tercer hombre del escalafón.
En
medio de una intensa agenda protocolar, se dio un tiempo
-de inmediato- para atendernos, justo el día que se reunió
con el Presidente Ricardo Lagos acompañado de su antecesor
Arturo Aylwin. Casado hace 38 años con la abogada angolina
Liliana Gutiérrez, a quien conoció cuando ambos trabajaron
en una misma sección de la Contraloría. Ella ejerce privadamente
su profesión, pues abandonó la institución cuando nació
su único hijo.
-Defina
en pocas palabras estos 45 años en la Contraloría, que
culminan existosamente.
-Dos
palabras: servicio público. Egresado de derecho me vine
a Santiago y postulé a la Contraloría. Me recibí en 1964
ingresé como oficial administrativo y sucesivamente fui
técnico, ayudante de abogado, jefe de sección y jefe de
la división Toma de Razón y Registro donde he estado por
veinte años. Tengo un amplio conocimiento del servicio
y de la administración del Estado. Además Dios es muy
sabio porque en un cargo tan delicado, de tanta trascendencia,
se produce un natural desgaste. Entonces nos da un descanso
y el cargo se ejerce sólo hasta los 75 años.
-
Dijo que no buscó el cargo, sino que el cargo lo buscó
a usted...
-
Dentro de la jerarquía yo era el tercer hombre. Cuando
el ministro del Interior y el Presidente dispusieron mi
nombre les plantee que existía una tradición, la nominación
del segundo. El Presidente, sin embargo, me señaló ¿y
en qué queda mi facultad?. Si yo no aceptaba sería mi
responsabilidad que se nombrara a alguien de afuera, ajeno
al servicio. Eso me lo hicieron ver adentro de la Contraloría
y sólo entonces el cargo llegó a mí, porque lo acepté.
-¿Resulta
más difícil ser Contralor cuando el tema de la corrupción
está en la agenda pública?
-Chile
es un país confiable. Eso es lo primero. La corrupción
existe, pero los índices son bajos y eso es mérito del
trabajo autónomo e independiente que realiza la Contraloría.
Tenemos el poder suficiente para trabajar ese tema con
rigor y seriedad. La tarea del Contralor es como la del
buen árbitro, mientras menos se note, mejor.
-¿Cómo
llega a estudiar Leyes a Concepción?
-Nací
en Santiago, pero por el trabajo de mi padre, vivimos
en Valparaíso, Arica, Talcahuano, La Serena y Concepción.
Estudié en los Padres Franceses de Valparaíso y en Liceo
Mixto de Talcahuano. Ingresé a primer año de Leyes en
la U. de Chile, en Santiago. Al año siguiente a mi papá
lo nombraron Tesorero Provincial de Concepción y me fui
a mi casa y me cambié de Universidad. Formé parte de una
generación donde mis compañeros eran Eleodoro Ortiz y
Enrique Tapia, ambos ministros de la Corte Suprema; Silvia
Oneto e Irma Bavestrello, ambas en el Poder Judicial en
Concepción y Tarcisio Oviedo, entre otros.
-¿Qué
significado tuvo su formación en el plantel penquista?
-El
respeto, tolerancia, diversidad y el espíritu de comunidad
son grandes legados, que he seguido practicando en mi
vida. De los cuatro hermanos, tres somos ex alumnos Fernando
que es dentista y María Inés que es abogada en Chillán
estudiaron también allí.
-¿Cómo
es el Contralor General de la República alejado del cargo?
-Poseo
un sentido humanista de vida, heredado de mi familia,
con capacidad de amar al prójimo y una predisposición
favorable con la gente. Soy gregario por excelencia, me
gustan las personas. Siento alegría de vivir, trabajo
en lo que me gusta y practico deportes. Soy ciclista,
canto y bailo. Me siento cómodo y contento conmigo mismo.
Le digo más, para tener 38 años de matrimonio hay que
descubrir eso que se denomina el placer de tu compañía.
-¿En
esta hora relevante algún pensamiento o alguna reflexión
para la Universidad ?
-He
contribuido con mi desempeño a que la Universidad pueda
sentirse orgullosa que uno de los suyos llegue a ser Contralor.
Los planteles invierten energía, tiempo, responsabilidad
en sus hijos y al igual que los padres les enorgullece
que ellos lleguen a ocupar un cargo importante.
Mónica
Silva Andrade
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