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nro 456   Jueves 29 de agosto de 2002

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Gustavo Sciolla
La U puede enorgullecerse que uno
de sus hijos ocupe este cargo

Creo que para la Universidad de Concepción es un orgullo que uno de sus hijos llegue a ocupar el cargo de Contralor General de la República, señala el abogado Gustavo Sciolla Avendaño (71), quien asumió el 12 de agosto. Su designación tras 45 años de labor en ese organismo, se produjo con algo de polémica, por ser el tercer hombre del escalafón.

En medio de una intensa agenda protocolar, se dio un tiempo -de inmediato- para atendernos, justo el día que se reunió con el Presidente Ricardo Lagos acompañado de su antecesor Arturo Aylwin. Casado hace 38 años con la abogada angolina Liliana Gutiérrez, a quien conoció cuando ambos trabajaron en una misma sección de la Contraloría. Ella ejerce privadamente su profesión, pues abandonó la institución cuando nació su único hijo.

-Defina en pocas palabras estos 45 años en la Contraloría, que culminan existosamente.

-Dos palabras: servicio público. Egresado de derecho me vine a Santiago y postulé a la Contraloría. Me recibí en 1964 ingresé como oficial administrativo y sucesivamente fui técnico, ayudante de abogado, jefe de sección y jefe de la división Toma de Razón y Registro donde he estado por veinte años. Tengo un amplio conocimiento del servicio y de la administración del Estado. Además Dios es muy sabio porque en un cargo tan delicado, de tanta trascendencia, se produce un natural desgaste. Entonces nos da un descanso y el cargo se ejerce sólo hasta los 75 años.

- Dijo que no buscó el cargo, sino que el cargo lo buscó a usted...

- Dentro de la jerarquía yo era el tercer hombre. Cuando el ministro del Interior y el Presidente dispusieron mi nombre les plantee que existía una tradición, la nominación del segundo. El Presidente, sin embargo, me señaló ¿y en qué queda mi facultad?. Si yo no aceptaba sería mi responsabilidad que se nombrara a alguien de afuera, ajeno al servicio. Eso me lo hicieron ver adentro de la Contraloría y sólo entonces el cargo llegó a mí, porque lo acepté.

-¿Resulta más difícil ser Contralor cuando el tema de la corrupción está en la agenda pública?

-Chile es un país confiable. Eso es lo primero. La corrupción existe, pero los índices son bajos y eso es mérito del trabajo autónomo e independiente que realiza la Contraloría. Tenemos el poder suficiente para trabajar ese tema con rigor y seriedad. La tarea del Contralor es como la del buen árbitro, mientras menos se note, mejor.

-¿Cómo llega a estudiar Leyes a Concepción?

-Nací en Santiago, pero por el trabajo de mi padre, vivimos en Valparaíso, Arica, Talcahuano, La Serena y Concepción. Estudié en los Padres Franceses de Valparaíso y en Liceo Mixto de Talcahuano. Ingresé a primer año de Leyes en la U. de Chile, en Santiago. Al año siguiente a mi papá lo nombraron Tesorero Provincial de Concepción y me fui a mi casa y me cambié de Universidad. Formé parte de una generación donde mis compañeros eran Eleodoro Ortiz y Enrique Tapia, ambos ministros de la Corte Suprema; Silvia Oneto e Irma Bavestrello, ambas en el Poder Judicial en Concepción y Tarcisio Oviedo, entre otros.

-¿Qué significado tuvo su formación en el plantel penquista?

-El respeto, tolerancia, diversidad y el espíritu de comunidad son grandes legados, que he seguido practicando en mi vida. De los cuatro hermanos, tres somos ex alumnos Fernando que es dentista y María Inés que es abogada en Chillán estudiaron también allí.

-¿Cómo es el Contralor General de la República alejado del cargo?

-Poseo un sentido humanista de vida, heredado de mi familia, con capacidad de amar al prójimo y una predisposición favorable con la gente. Soy gregario por excelencia, me gustan las personas. Siento alegría de vivir, trabajo en lo que me gusta y practico deportes. Soy ciclista, canto y bailo. Me siento cómodo y contento conmigo mismo. Le digo más, para tener 38 años de matrimonio hay que descubrir eso que se denomina el placer de tu compañía.

-¿En esta hora relevante algún pensamiento o alguna reflexión para la Universidad ?

-He contribuido con mi desempeño a que la Universidad pueda sentirse orgullosa que uno de los suyos llegue a ser Contralor. Los planteles invierten energía, tiempo, responsabilidad en sus hijos y al igual que los padres les enorgullece que ellos lleguen a ocupar un cargo importante.

Mónica Silva Andrade

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