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Los
temporales que han azotado durante los últimos días a
nuestra región ponen de manifiesto, una vez más, la precariedad
de algunos de los sistemas de servicios urbanos y rurales.
Esta realidad, no debe dejar ajeno al mundo universitario.
Desde
la academia es posible aportar significativamente en el
desarrollo regional. Por una parte, la predicción cada
vez más certera de estos eventos debería permitir a las
autoridades gubernamentales adoptar las medidas paliativas
correspondientes con antelación.
En la edición anterior de Panorama UDEC se indicaba que
la corriente El Niño estaba de vuelta, y que a partir
de octubre próximo llegaría a su plena madurez, igualmente
se señalaba que el desarrollo de dos modelos estadísticos
permitiría, en breve, prever de manera más acertada la
variabilidad climática de la región del Bío Bío.
Es
importante, también aportar desde otras disciplinas en
temas como evacuación de aguas lluvias; planes de emergencia;
organización de la comunidad, construcción de viviendas,
y muchos otros. Estos episodios que se repiten, desafortunadamente,
con regularidad en la vida de la región del Bío Bío y
del país, deben impulsar a los docentes a investigar en
torno a ellos, y de esta manera acrecentar la necesaria
inserción del mundo académico con la realidad de su propio
entorno.
El mal tiempo, esta vez, no solo afectó a los sectores
más pobres sino que tocó fuertemente a grupos de clase
media, a quienes no llega la ayuda solidaria, que deben
hacer frente a estas inclemencias con sus propios recursos.
Hay allí también un área de estudio, que no ha sido analizada.
Mirar por la ventana debe impulsar a hacer lo mejor que
sabemos hacer, desde nuestras propias capacidades.
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