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nro 447   Jueves 6 de junio de 2002

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Rosa Elena Montoya Lara
“Estoy agradecida de la vida”

Desde que es la coordinadora periodística de la Cancillería su vida se volvió más agitada de lo que era hasta hace un mes y medio, y eso, ya es bastante. Desde entonces, su celular no se apaga ni por un segundo, línea abierta las 24 horas, atenta a la agenda de la ministra Soledad Alvear, que, en ocasiones, no repara en horarios.

Rosa Montoya forma parte de la segunda promoción de la reabierta carrera de periodismo. Pertenece a ese grupo de profesionales que se formó en la “escuelita” que estaba frente a Rectoría, en calle Víctor Lamas, con su “cafeta” y “sala de máquinas” incluidas.

Después de dejar la Universidad en 1995 realizó algunas producciones audiovisuales locales y colaboró con ediciones especiales del diario El Sur. A los temas económicos llegó por iniciativa propia cuando trabajaba en la agencia Orbe de la capital, temas que luego asumió en propiedad por decisión editorial. Derivó después a macroeconomía mientras estuvo en el desaparecido diario La Epoca, hasta anclar en comercio exterior en El Diario financiero.

- ¿De qué manera influyó el paso por El Diario en su desarrollo?

- Mucho, porque creo que en comercio exterior no hay muchos periodistas. No es un tema difícil, pero sí muy técnico. En mi caso, mi conocimiento del área fue muy específico.

Esa especialización la llevó a la dirección de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Direcon, donde trabajó poco más de un año como parte del equipo de periodistas, aunque abocada principalmente a las negociaciones con Estados Unidos por el Tratado de Libre Comercio.

“En ese año y dos meses –afirma- aprendí mucho más del sector, siempre en las relaciones económicas internacionales, y desde ahí se conoció mi trabajo en el gabinete del Ministerio. Entonces creo que el trabajo en El Diario fue fundamental porque en el reporteo tuve muy buenas fuentes, gente que me enseñó mucho, tanto empresarios como gente del gobierno”.

Mientras reporteaba para El Diario temas de comercio exterior fue testigo privilegiada del estallido social en Seattle, promovido por organizaciones antiglobalización en diciembre de 1999 durante la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Era la única periodista chilena en el sitio y en el momento preciso. Dos años después, estaba en Washington junto al equipo negociador chileno por el TLC con Estados Unidos cuando se produjeron los ataques del 11 de septiembre. Pero quizás el momento más importante de su carrera profesional se produjo recién hace algunas semanas en Bruselas, con el término exitoso de las negociaciones entre Chile y la Unión Europea.Estuvo en la capital belga acompañando a los negociadores chilenos, como lo había hecho desde Direcon y antes como reportera, y preparando el camino a la Canciller.

- ¿Qué significado tuvo para usted ese momento?

- No me he dado el tiempo para pensar mucho en eso, creo que son procesos súper importantes. Sólo después, cuando tuve que sentarme a definir el plan de difusión del acuerdo, tomé conciencia de que éste era el gran logro del gobierno de Lagos. Y lo personal viene del lado profesional; me siento contenta porque dentro de esos logros he participado desde el punto de vista comunicacional.

- ¿Se siente privilegiada por haber vivido esos procesos?

- Yo no sé si privilegiada, pero sí estoy agradecida de la vida, de muchas cosas que he conseguido en términos profesionales. Sé que en parte se me han dado oportunidades, que he sabido aprovechar bien, pero creo que hay una gran cuota de esfuerzo. Reconozco que me he dedicado mucho, y lo digo sin modestia, me he dedicado a este tema, me he preocupado y he aprendido, y en ese sentido creo que sí he sido privilegiada.

- ¿Y qué recuerda de su paso por la Universidad de Concepción?

- La Universidad tiene muchas aristas. Estás en una etapa en que eres joven, recién saliste del colegio o poco después de salir de él. En mi caso, había salido de mi casa, era de Santiago y llegué a Concepción, entonces la universidad no sólo fue el plano académico. Tuve buenas relaciones con muchos profesores de ahí y muy buenos amigos... creo que esas son las cosas que trascienden más allá de la enseñanza que uno recibe... Los mejores amigos que tengo en este momento, y que han seguido conmigo, son del período de la universidad.

Erwin Acevedo Ibáñez

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