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Patricio Muñoz
Curador
y estudioso del arte
Asistente
del director y procurador del Museo Nacional de Bellas
Artes de Santiago, el principal del país, es pedagogo
en Artes Plásticas titulado en nuestra Universidad, en
1981.
Tras
dedicarse el diseño publicitario en Concepción partió
a Santiago a estudiar Estética y un magister en Historia
del Arte, ambos en la Universidad Católica, donde continúa
ejerciendo la docencia. Desde niño le interesó la pintura
y estudió con el profesor Jaime Fica en su taller de la
calle Ongolmo.
-¿Cómo
llega al principal museo del país y en qué consiste su
labor?
-Mientras
estudié mi posgrado estuve por siete años cercano al museo
a través de una investigación sobre historia del arte.
El director Milán Ivelic fue mi profesor. En 1999 asumo
como asistente-procurador. Como asistente del director
tengo a mi cargo actividades que van desde atender a un
artista hasta el montaje de la exposición, escribir los
textos de los impresos. En la curatoría me toca desarrollar
el plan de exposiciones, estudiar la obra del artista
seleccionado, atender el montaje. Se concentran muchas
funciones como el financiamiento, generando y gestionando
paquetes posibles de ser financiados por las empresas
privadas.
-Le
toca definir, en parte, quién expone y quién no. ¿Son
muchos los llamados y pocos los escogidos?
-Es
una tarea compleja, porque efectivamente cualquier creador
debería tener derecho a exponer. Algunos tienen trayectoria,
pero les falta vuelo creativo, hay restricción más que
apertura en su hacer pictórico, entonces es necesario
involucrarse en procesos de control de calidad y entrar
a definir. Para cumplir fielmente es necesario prepararse
siempre. Con respecto a los artistas de provincia sucede
lo mismo. Hay artistas que desde la región logran llegar
a Santiago. Eduardo Meissner no fue el primero, en rigor,
porque el año 1992 cuando Nemesio Antúnez dirigía el museo
expusieron los integrantes del grupo Grisalla, compuesto
por jóvenes artistas de Concepción, que han seguido dando
que hablar pese a que ya no están juntos, como Gustavo
Riquelme y José Fernández.
-¿Cuál
es su mirada sobre la Escuela y la Universidad que lo
formó?
-Es
una escuela que ha tenido la suerte de contar con destacados
pintores como maestros. Ellos representan una tradición
pictórica, en el control de las herramientas de la plástica
como la luz, la trama, el claroscuro, pero el arte hoy
no vive sólo de eso, hay mucho más. Quizás se requiera
innovar en un arte que está cada vez más consciente de
sí mismo, que se desarrolla como disciplina, que exige
investigación profunda, más estudio. Soy profesor de Arte
Latinoamericano en la Universidad y desde ahí puedo observar
como esto sucede en Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela,
México y no necesariamente en Chile. A las universidades
les corresponde un papel de honor y a la de Concepción
con mayor razón por la rica y larga tradición que ostenta.
-¿Y
la Universidad cómo la observa?
-Como
una de las principales universidades del país y que en
materia de arte tiene toda una tradición a nivel nacional
que otras no poseen. Tienen una joya que cuidar y no tienen
que achicarse ante nadie. ¿Cómo no va a ser importante
una escuela o un departamento de arte de donde salen artistas
como Eugenio Brito, Edgardo Neira, Iván Contreras y el
mismo Meissner? O una Universidad que posee una Pinacoteca
como esa. Concepción podría generar un polo distinto al
eje centralista de Santiago. Crear ¿por qué no? una ciudad
eje de la cultura en Chile, como Porto Alegre en Brasil
o Bilbao en España, con señales más audaces, contactos
con circuitos del arte, propuestas originales.
Mónica
Silva Andrade
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