Jaime
Pujol
Un funcionario internacional de larga data
Hace
dos décadas que Jaime Pujol Ramos (casado, cuatro hijos)
trabaja en la Organización Internacional del Trabajo,
Oit, en Turín, Italia, donde reside. Como experto de un
organismo de Naciones Unidas se ha desempeñado en 50 países,
4 continentes, y en los 5 idiomas que domina.
En
todos esos lugares "nunca me he achicado profesionalmente"
por su condición -argumenta- de profesional de nuestra
Universidad. Sus continuos desplazamientos por el mundo
no le impiden cada año volver. Aquí viven dos de sus hijos;
un abogado y un arquitecto, quienes pese a tener universidades
europeas a disposición, prefirieron hacerlo en Chile.
En Concepción además residen sus padres y su hermana Mercedes.
-¿Cuándo
ingresa a la Universidad?
Mis
estudios, entre los años 1961 y 1966, estuvieron marcados
por una gran modernidad resultado de la aplicación de
una reforma curricular. Ellos me aportaron una racionalidad
y un sentido práctico de las cosas no exento de una clara
ética profesional y social. Esa formación resultó determinante
en las actividades que luego emprendí, especialmente en
el exterior y que en aquel entonces yo no preveía Tengo
muy presente la figura del decano, Gustavo Pizarro, un
ingeniero y un docente extraordinario, claro, lleno de
metáforas, capaz de relacionar la profesión con diversas
otras áreas del saber. Están quienes fueron mis compañeros
Claudio Sepúlveda, funcionario de la Acnur en Colombia;
Juan Villanueva, Juan Carlos Perelmann, Alfredo Gordon,
académico de la misma escuela; Tomy Dugtale, quien vive
en Inglaterra, Luis Moreno, el presidente del Centro de
Alumnos de Ingeniería de entonces y Jorge Urrutia, quien
vive en Canadá.
-Usted
fue además un activo dirigente político
Fui
vicepresidente de la Federación de Estudiantes en la época
en que Carlos Hormazábal era presidente. Como dirigente
estudiantil, participé en el intenso y fecundo debate
universitario lleno de idealismo y de compromiso personal
con el presente y el futuro del país, en un clima de apertura
que la Universidad contribuía a crear.
-Su
curriculum lo define una clara dedicación al tema de la
educación y el trabajo hoy día de actualidad ¿fue un adelantado?
Eso
fue lo que me llevó en definitiva a la Oit donde soy Jefe
del Programa Delta sobre educación a distancia y tecnologías
de la formación. Es un programa que trabaja en ocho idiomas
y donde, como sucede en las organizaciones internacionales,
la dimensión local desaparece y se empieza pensar en grande,
porque es un centro de formación para el mundo.
-¿Cómo
es un funcionario internacional de larga data?
Es
alguien que se acostumbra a trabajar en una torre de Babel,
con dificultades e idiomas distintos, con metalenguajes,
lo que resulta complejo y fascinante en ocasiones, que
hace práctica el manejo de la diversidad, que posee una
visión del mundo amplia y universal, que aprende a pensar
en contextos diferentes, a respetar y no a imponer. Esa
experiencia de saber lo que ocurre en distintos países,
de conocer a sus habitantes lo convierte en un ser humano
más universal y gran propulsor de la paz.
-Con
esa brillante trayectoria ¿cómo piensa a su Universidad?
Como
un establecimiento que me dio parte esencial de mi formación
de base, que me otorgó una tremenda seguridad en mis propias
capacidades, una disposición para aprender continuamente
de la experiencia, respeto y tolerancia con las ideas
y valores de los demás y, por sobre todo, un profundo
y transversal espíritu democrático permeable desde mi
propia familia para afuera.
Mónica
Silva Andrade
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