| José 
                        Ortíz SegundoPlena actividad y vigencia profesional
 Integrante 
                        de la segunda promoción de periodistas egresados de la 
                        Escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción, 
                        José Ortiz Segundo (casado, sin hijos). Cachito, como 
                        le dicen sus amigos, es un ejemplo de vigencia en un campo 
                        donde los jóvenes parecieran coparlo todo.  Nacido 
                        en Tomé, donde estudió, en 1953 ingresó a Periodismo en 
                        la Universidad. Actual académico de la facultad de Comunicaciones 
                        de la Universidad Diego Portales y encargado de radio 
                        de la Embajada de Estados Unidos en Chile. Este último 
                        cargo lo desempeñó durante veinte años tras lo cual jubiló.
 r¿Cómo 
                        ha vivido elcambio en el último medio siglo en el ámbito 
                        de las comunicaciones, el periodismo y la información? 
                         -Como 
                        testigo y protagonista privilegiado. Desde una Escuela 
                        de Periodismo que entregaba una formación orientada a 
                        lo legal, al campo del derecho, pasando por el trabajo 
                        en medios tradicionales como La Patria y la Radio Simón 
                        Bolívar, hasta mi trabajo en la Embajada de Estados Unidos 
                        por largos años y el perfeccionamiento en Estados Unidos 
                        para llegar finalmente a la docencia, a la formación de 
                        los nuevos profesionales en una tarea compleja y desafiante, 
                        que conlleva una gran responsabilidad. Todo en el marco 
                        de los grandes avances tecnológicos que vivimos.  ¿Siempre 
                        tuvo claro su vocación por el periodismo?  
                        -Desde pequeño. Mi padre, empleado de la Fábrica de Paños 
                        Oveja Tomé, era al mismo tiempo corresponsal del diario 
                        La Patria. Yo lo acompañaba constantemente a reportear. 
                        Jamás olvido, por ejemplo, el que para cada elección mi 
                        padre se procuraba material para seguir los resultados. 
                        Hasta el día de hoy hago lo mismo. O que para los tres 
                        hermanos era fundamental tener tema de conversación los 
                        domingos y eso se lograba leyendo los diarios. Mi madre, 
                        en tanto, profesora normalista nos corregía el hablar 
                        y el escribir.  ¿Quiénes 
                        integraban su curso en Periodismo?  En 
                        aquel entonces Derecho era la escuela madre que nos cobijaba 
                        y que nos daba amplios conocimientos en diferentes aspectos 
                        del derecho tanto público como privado. Habían profesores 
                        abogados, pero también expertos en la carrera como Caupolicán 
                        Montaldo, director de La Patria; Armando Lazcano, quien 
                        dirigía El Sur; Alfredo Pacheco, quien después dirigió 
                        La Patria y la propia Escuela. Como dato anecdótico estaba 
                        el que en la malla curricular figuraba la taquigrafía, 
                        porque la grabadora recién hacía su tímida aparición. 
                        Mis compañeros de curso, en tanto fueron gente como Carmen 
                        Mena, Meche Garrido, también muy vigente como principal 
                        redactora política de El Mercurio; Josefina Garbarino, 
                        Tirso Ortiz, Delia Burgos, Daniel Sura y Daniel Escalona, 
                        entre otros.  ¿Hay 
                        alguna diferencia notable entre cuando usted estudió periodismo 
                        y el actual estudiante?  
                        -Diría que al actual estudiante le falta esa pasión que 
                        entonces teníamos y que la transmitieron los viejos periodistas 
                        de antaño. La sangre caliente para meterse en la noticia, 
                        para ser inconformista con la fuente. Con el tiempo la 
                        profesión se ha vuelto más burocrática, con más horarios 
                        y más formalidades. Y se terminó la bohemia tan propia 
                        de nuestro quehacer. Los estudiantes actuales acogen con 
                        simpatía cuando se les cuenta ese tiempo que se fue. Por 
                        cierto que yo no puedo evitar hablarles de mi universidad, 
                        aquélla donde yo me formé.  
                        Mónica Silva Andrade 
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