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nro 424   Viernes 19 de octubre de 2001

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Luciano Cuervo
La importancia de saber “mirar el mundo”

Luciano Ernesto Cuervo Moraga, nacido en Santiago el 26 de julio de 1972, ingresó a Ingeniería Comercial de la Universidad de Concepción en 1993; cinco años más tarde lucía orgulloso bajo el brazo su título de Ingeniero Comercial con mención en Economía.

Su desarrollo profesional ha estado ligado a la “cosa pública” desde que decidió ir más allá de los requisitos curriculares (a instancia de su madre, también economista) y realizar su práctica profesional en la dirección de Estudios de la dirección de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería (Direcon) en 1998. La manera en que se incorporó como funcionario estable de esa repartición no deja de llamar la atención, le solicitaron que continuara trabajando en ese organismo una vez que concluyera su práctica.

Efectivamente, una vez cumplido el plazo acordado de cuatro meses, su jefe, el embajador Patricio Leiva, le telefoneó para informarle que su contrato estaba listo y que debía ir a Santiago para firmarlo y reintegrarse a sus labores. Como Luciano no había concluido su tesis, le dieron un nuevo plazo.

Tiempo más tarde llegó a formar parte del departamento Alca y América del Norte de la Direcon. Una posición de privilegio que lo tiene hoy en el centro de las negociaciones para conseguir el Tratado de Libre Comercio (Tlc) con Estados Unidos.

“Ahí mi misión es ver que las negociaciones se lleven de acuerdo a lo planificado, coordinar el trabajo de los distintos grupos y luego sistematizar la información para entregársela a quienes deben tomar las decisiones, es decir, la ministra de Relaciones Exteriores, el ministro de Hacienda, el director general de la Direcon”.

Durante su formación académica, este economista jamás se imaginó que años más tarde iba a ser protagonista de un proceso tan relevante para el país. “Mientras estuve en la universidad nunca supe en lo que iba a trabajar”, confiesa. Tenía claro, sin embargo, que su futuro no estaba en los negocios sino en la economía. También le gustaba la actividad académica, de hecho hoy se da ese “gusto” en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, donde imparte cursos de Macroeconomía y Política Económica.

De su paso por la Universidad de Concepción rescata especialmente haber recibido una formación que le permitió aprender a pensar de una manera determinada, a razonar adecuadamente para enfrentar los problemas y pensar lógicamente las cosas; en sus palabras, “una manera de mirar el mundo”. Eso es, más allá de la teoría, lo rescatable, y eso mismo es lo que trata de explicar a sus alumnos. “Probablemente muchas de las cosas que yo les enseño se les van a olvidar, pero lo importante es que aprendan a enfrentar los problemas”.

Haber estudiado en Concepción también le permitió constatar que Chile no es sólo Santiago. Asumir que las regiones son importantes, que tienen sus propias prioridades, es algo que está presente en su desempeño profesional específico, pues en las negociaciones comerciales con otros países siempre las Regiones tienen algo que decir en función de sus propias necesidades.

Sus recuerdos como estudiantes están cruzados por las horas que pasó en el aula y los partidos de rugby que disputó junto a sus compañeros de la selección universitaria.

Todavía resuena en su memoria la voz siempre exigente de Jorge Dresdner, director del departamento de Economía; las emergentes teorías espaciales de Eugenio Bobenrieth, que venía llegando de su doctorado en San Francisco; y las clases con Felipe Vásquez y Miguel Angel Quiroga. En lo deportivo, como “pilar” del seleccionado universitario, “mordió el pasto” junto al “Panty”, el “Shopper”, Sergio Espinoza, Eduardo Toledo y el “Guatón” Román.

Sus recuerdos de la universidad son en general positivos, aunque jamás ha olvidado el ruido que hacían las maquinarias, serruchos y martillos, de la época en que iban a clases mientras al lado se realizaban faenas para ampliar el edificio de economía. En el futuro quiere emigrar a Inglaterra, donde vivió junto a su familia exiliada durante 15 años, para iniciar estudios de posgrado en Relaciones Económicas Internacionales en el London School Economics.

Erwin Acevedo Ibáñez

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