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Marcos Levy Testa
Dos vertientes formativas
"Recuerdo
con emoción la ocasión que me invitaron al encuentro de
periodistas en Concepción con ocasión del aniversario
de la Universidad. Fue muy lindo el reencuentro, la visita
a las dependencias de la Escuela, la ceremonia principal
y la convivencia posterior"
Su
primera y añorada vocación-confiesa- fue el teatro. La
segunda, el periodismo. Su padre influyó para que ésta
última se convirtiera en la definitiva e hizo descender
de los escenarios a Marcos Levy Testa (casado, dos hijos,
dos nietos). El vicepresidente ejecutivo del Comité Representativo
de las Entidades Judías de Chile, Crej, nació, estudió
y pasó su juventud en Concepción.
- ¿Periodismo era una carrera entonces rara, a diferencia
de hoy que es top en el gusto de los jóvenes?
-
Mi primera vocación era más rara aún, el teatro. Formé
parte del grupo de aficionados de la sala Macabi, en Rengo
111, experiencia de la que guardo recuerdos imborrables.
Era una época intensa en materia cultural y especialmente
teatral, ver mucho teatro, buenas obras, excelentes actores,
constituía un atractivo. Pero era súper osado elegir una
profesión de la cual -según mi padre- no se vive por lo
que me puso todos los obstáculos posibles para desistir
de la idea. Así llegué a periodismo entre 1959 y 1964,
cuando Alfredo Pacheco era el director. Allí tuve profesores
como el mismo Alfredo, Carlos Godoy, Francisco Bernasconi,
Jorge Dagnino, Sergio Galaz, en Derecho Constitucional,
porque ésa fue una época donde la malla enfatizaba la
formación legal, mientras que entre los alumnos de esa
generación estaban -recuerda- Giorgio Bagoni, director
de la Agencia Ansa; Ernesto Lavanchy, Boris del Campo,
Manuel Sepúlveda, Luz María Lamas, Paulina Gallardo, Berta
Marín y María Inés Díaz, entre otras.
-¿Ejerció
el periodismo?
- Trabajé en diario Crónica; brevemente en El Sur y La
Patria; en Radio Universidad de Concepción, cuando estaba
situada arriba de la Escuela de Química y Farmacia. Luego
me casé y partí por diez años a Temuco. Me dediqué a las
relaciones públicas en la entonces Zonal de Salud Malleco
Cautín, paralelamente trabajaba en El Diario Austral.
Me desempeñé más tarde en la dirección general de Salud,
como un periodista más, y volví a Santiago donde fui durante
diez años jefe de prensa de la embajada de Israel en Chile.
Desde hace siete estoy en mi actual cargo.
-¿Qué
implica y que entidades conforman el Crej?
-Implica
el trabajo de dirección, gestión y coordinación de todas
las entidades judías que existen en el país que son muchas
y variadas, desde las religiosas, a las culturales, femeninas,
de beneficencia. El Comité es la institución techo de
la colectividad y su misión es defender la dignidad de
sus integrantes; colaborar en tareas contra el antisemitismo
y la intolerancia; hacer aportes en torno a temas relacionados.
Por ejemplo, la decisión de activar contactos con las
autoridades para acelerar el trámite legislativo del proyecto
de ley antidiscriminatorio, del cual hemos participado
desde su génesis. La comunidad judía está integrada por
chilenos de religión judía, por lo tanto ellos forman
parte de la sociedad chilena, sólo que preservan una religión
y, por ende, tradiciones diversas que no los hace diferentes.
Hay aportes importantes de larga data, por ejemplo en
hogares, policlínicos públicos que son para todas las
personas que lo necesiten, no sólo judíos. He agregado
a mis funciones la de editor de un periódico tabloide
Mundo Judío que reporteo, escribo, diagramo y edito teniendo
siempre presente las enseñanzas de mis maestros como el
caso de Alfredo Pacheco que no sólo fue director y profesor,
sino también un amigo entrañable.
-
Israel es un país rector en materias tales como la investigación
científica en distintos ámbitos, el Crej propicia intercambios
¿podría haber alguno con la Universidad?
-Esa
relación, a ese nivel, debería darse con la comunidad
de Concepción, cuyos profesionales integrantes me atrevería
a decir que en un 90 por ciento provienen o se han formado
en la Universidad de Concepción. Las entidades judías
son autónomas y descentralizadas. Efectivamente Israel,
hasta donde me ha tocado viajar muchas veces, tiene un
desarrollo científico y tecnológico de punta, que asombra
por sus alcances y que se expresa, por ejemplo, en el
nivel de la investigación en instituciones como la Universidad
Ben Gurion; la Universidad de Tel Aviv; la Universidad
Hebrea de Jerusalén; el Instituto Weitzmann, entre otros,
notable en un país de seis millones de habitantes.
-
Su formación en la Escuela de Periodismo, ¿de qué manera
le sirvió? ¿le fue útil?
-En
mi formación profesional tengo dos nutrientes importantes.
La Universidad, que me entregó las herramientas básicas
para desarrollarme en diferentes ámbitos, lo cual me ha
permitido plantarme con relativo éxito en la vida. El
periodismo, por su parte, es una herramienta valiosa para
enfrentar situaciones de la vida diaria con facilidad,
uno aprende en su ejercicio a solucionarlo todo, con muy
poco, siempre en función de otros, no de uno mismo. Las
relaciones públicas, en tanto, sirven para mi actual trabajo
de dirección, de organización, de gestión. Uno sabe como
hacerlo, a quien recurrir, como salvar determinado obstáculo,
como organizar una actividad y que esta sea exitosa.
Mónica
Silva Andrade
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