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nro 420   Jueves 13 de septiembre de 2001

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Un nuevo contexto para la educación

"La dinámica social también está sujeta a fechas de caducidad" y esto significa que "los educadores deben comenzar a pensar de otra manera porque el concepto de educación es distinto al de antes, tanto en la escuela como en la preparación de los maestros".

El académico de la Universidad de Granada señala que la educación social también se convierte en un área de desarrollo para los docentes tradicionales que no se han insertado en el sistema.

El modelo tradicional de la educación, asentada en los sistemas formales de la escuela, el liceo y la universidad, está crisis, y lo mismo ocurre con los esquemas de formación de educadores. La convicción del licenciado en sicología y doctor en pedagogía social, Jesús García Mingues, puede aparecer apocalíptica, sin embargo en ella se sostiene una nueva vía para la educación, mucho más amplia y sintonizada con los requerimientos de una sociedad cada vez más compleja: la educación social.

El catedrático de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (España) sostiene que justo hoy cuando la idea de progreso está asociada a una obsolescencia inmediata (por el constante cambio en todo orden de cosas), el educador está obligado a abandonar esa postura conservadora que lo ha caracterizado por mucho tiempo. “La dinámica social también está sujeta a fechas de caducidad” y esto significa que “los educadores deben comenzar a pensar de otra manera porque el concepto de educación es distinto al de antes, tanto en la escuela como en la preparación de los maestros”.

La escuela es un proyecto educacional incompleto, después de las primeras etapas formativas, las personas requieren una formación para la convivencia, para luchar por sus derechos, la exclusión y la igualdad.

El especialista señala que basta preguntarse si los formadores están siendo preparados para responder a nuevas demandas de educación que surgen de la marginación social o de segmentos poblacionales (como los adultos mayores). Es evidente que no, dice, porque aún se piensa al sistema formal como el espacio que entrega “la educación por siempre y para siempre”. Pero la educación, hoy, está situada en un nuevo contexto que se explica a partir de argumentos sociales y antropológicos.

En el primer caso se encuentran una serie de estructuras como el sistema democrático (que determina la convivencia), los fundamentalismos y subculturas y el estado de bienestar, para los cuales se requiere de una educación específica que ayude a fortalecer los valores de la civilidad, la práctica de la tolerancia y el respeto de la diversidad, y entregar las herramientas adecuadas para hacer valer los derechos básicos de salud, vivienda y educación. A esto agrega el fenómeno de la exclusión que viven sectores como los inmigrantes, los drogadictos, los privados de libertad que requieren de una formación especial para la reinserción social.

El segundo argumento se explica en el convencimiento de que el “hombre es un constructo por hacer”. En este sentido –afirma- la educación “debe dar respuesta al sentimiento de superación, de inconformismo que llevamos dentro. Aquí la educación social es un nuevo patrón, una nueva peana, desde donde poder ir construyéndonos con solidez”, y en la que se incluyen distintos niveles cognitivos: el técnico (el imprescindible), de disfrute (el placer de conocer) y el emancipador (liberador, reivindicación y reconocimiento).

Con estos argumentos, el académico español reafirma que la educación ligada a la escuela está obsoleta: “la escuela prepara a la gente sólo en una primera etapa, con limitación en el tiempo, generando productos inacabados...”.

De ahí que se debe mirar desde otra perspectiva: la educación para toda la vida –en la que se enmarca el concepto de educación social- y que es la idea que propugna la Unesco a partir del informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI y en la que se enmarca la idea de la educación social.

Este concepto “va más allá de la distinción tradicional entre educación primera y educación permanente y coincide con otra noción formulada a menudo: la de sociedad educativa, en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo”, señala el informe.

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