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Olimpia Riveros Ravelo
Una universidad profundamente humanista
El
tema educacional, por su importancia, exige analizarlo
en su integridad, inserto en un plan de desarrollo nacional,
porque efectivamente hay crisis y grave.
Contrariamente
a su imagen pública, Olimpia Riveros Ravelo (separada,
tres hijos) vicepresidenta nacional del Colegio de Profesores,
por sobre la política era la pedagogía, el teatro, la
literatura y la locución lo que más le apasionaba en la
vida, la que, sin embargo, la condujo por otros derroteros.
Esas aficiones se despertaron y desarrollaron como alumna
de la facultad de Educación donde estudió Pedagogía en
Español. Sus tres hijos, una bioquímica, una asistente
social y un ingeniero civil, son todos profesionales de
nuestro plantel. Su cargo gremial le impone pasar la mayor
parte de la semana en Santiago y viaja a impartir sus
clases en la Escuela nº 2, República de Brasil, a donde
se reintegró en 1990 y donde utiliza -confiesa- el teatro
como recurso de enseñanza- aprendizaje.
-Llegó a estudiar en una época inolvidable, se iniciaba
la década del 60.
-Una
época intensa y rica, de apertura al debate de grandes
ideas, de escuelas de verano gigantescas que organizaba
mi profesor Gonzalo Rojas. Tiempos donde la palabra solidaridad
se concretaba en acciones, como las que realizaba la Fec
con motivo del terremoto de 1960 y en el Liceo Nocturno
para Trabajadores que el propio Centro de Alumnos de la
Facultad administraba y donde hice clases cuando tenía
18 años.
- ¿Qué otros profesores tuvo?
-
Gente maravillosa y de excelencia como Luis Muñoz, Alfredo
Lefebre, Juan Loveluk, René Cánovas, Fresia Fierro,Galo
Gómez, Isaura Mendoza, Jaime Giordano, quien se iniciaba,
Gastón von dem Busche y el padre Amadeo Luco, quien nos
hacía latín y lingüística, ramos complejos. Ese fue un
equipo excepcional. Como alumna tuve dos vínculos, dos
fuentes importantes, uno en a Facultad con ramos comunes
con gente de Historia, Inglés, Francés Historia y otro
en el Hogar Los Tilos donde llegué a vivir y donde mi
círculo de amistades se amplió al ámbito científico. La
Universidad, en resumen, me lo ofreció todo. Además que
fui de aquellas privilegiadas que estudié gratis, algo
que las nuevas generaciones, no pueden creer. Además en
una universidad de excelencia, profundamente humanista.
-
¿Cómo ingresa a la radio?
- Venía de San Fernando, de un hogar modesto, y tenía
necesidades, es así como entré a la radio Simón Bolívar,
algunas horas y después a la Radio de la Universidad de
Concepción que fue mi escuela de locución y donde aprendí
y observé lo que era la tolerancia que el plantel siempre
propició y que no dejo jamás de reconocer. Los centros
de alumnos de las distintas facultades teníamos media
hora en la radio, para decir y expresar lo que nos parecía
útil, con una tremenda libertad. La locución es algo que
me sigue apasionando.
- ¿ Qué sucedió con la política?
-
No fue determinante en mi época de estudiante. En realidad,
la política fue producto de todo un proceso. Me casé en
1964 y empezaron a nacer mis hijos. Sólo obtuve mi título
en 1970. Desde 1965 ejercí en el Liceo nº 3, Lorenzo Arenas,
donde estuve por largos años hasta 1986 cuando fui exonerada.
- ¿La combativa dirigenta surge tras su exoneración?
- Si alguien me hubiera dicho vas a ser dirigenta. No
lo hubiera creído jamás, no me veía como tal ni siquiera
me imaginaba, pero hay experiencias que marcan como lo
fue el golpe militar cuando observas que se desmorona
todo a tu alrededor, que tus compañeros no vuelven, que
se han muerto, que hay una organización deshecha, la de
los profesores. Entonces, casi sin darse cuenta, uno siente
que hay que colaborar, hay que recomponer para cambiar
un estado de cosas. Surge la coordinadora de profesores,
que antecedió a la Agech y que se incorpora luego al Colegio
de Profesores. Estábamos movidos por fuertes convicciones
y sentíamos una responsabilidad ética. Cuando recuerdo
esa etapa, pienso que fui una patuda o quizás fue la inocencia
perdida de algo que uno no había vivido jamás y que no
imaginaba como sería.
- Usted está en la cúpula de una organización poderosa.
¿Cómo observa la educación desde ella?
-Yo
soy también profesora, no he dejado de ejercer. Acepto
el calificativo de poderosa para nuestra organización,
en el sentido que como Colegio de Profesores nos hemos
constituido y hemos logrado ser reconocidos como una voz
con plenos derechos, que ejercemos con clara autonomía,
que entregamos opinión pública no sólo acerca de nuestras
legítimas reivindicaciones, sino que en amplios espacios
y temáticas sobre los cuales se nos consulta.
- En cobertura educacional Chile está bien, el gran tema
continúa siendo la calidad de la educación que se entrega.
-No
estoy de acuerdo en eso, tenemos las deserciones y ese
es un tema delicado que es necesario tratar, abordar,
corregir. Niño o niña que por efecto de la pobreza deja
la educación su reinserción es muy difícil, casi imposible.
Tenemos, por tanto, que erradicar el trabajo infantil.
Un reportaje hace pocos días nos mostraba a esa niña encantadora
e inteligente del estrecho de Reloncaví, que ganó con
sus preguntas un concurso y le hizo la entrevista al Presidente
Lagos. Esa pequeña, admite su familia, no continuará estudiando
porque tiene que ir a trabajar. Con sexto básico será
empleada. Estamos de acuerdo, como colegio, en que todos
deben tener doce años de educación, como base. Para llegar
a ello falta bastante.
Mónica
Silva Andrade
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