Llegó desde Madrid con dos cajas llenas de extraños
artilugios que mostró a profesores universitarios para explicar lo que envuelve la
robótica educativa. Y a pesar de su larga experiencia en el tema, a Ramón Gonzalo
-docente de Didáctica y Tecnología y secretario del departamento de Didáctica Escolar y
Didácticas Especiales de la Universidad de Educación a Distancia de España, Uned- no
deja de sorprenderle el hecho de que estas máquinas, que arman los estudiantes a partir
de latas, maderas, envases de plástico, cables y pequeños motores, consigan arrancar
sonrisas de los docentes a los que constantemente está capacitando. Los académicos de
esta Universidad no son distintos: mientras Gonzalo ensambla las partes de una de las
máquinas que ilustran sus explicaciones, la sonrisa y el asombro recorren los rostros de
los participantes del taller que ofreció la semana pasada, respondiendo a una invitación
del Centro Zonal Sur de Enlaces.
En su diálogo con los profesores, Gonzalo explica que en España la robótica
educativa se desarrolla a través de la asignatura de educación tecnológica, que se
imparte a alumnos de 12 a 16 años. Allí ellos idean máquinas, las construyen, las hacen
funcionar y las controlan a través de computadores. Pero la máquina en sí no es lo más
importante. "Durante todo este proceso el alumno desarrolla su capacidad de
razonamiento lógico" dice- que además se conjuga con la aplicación de
principios de electricidad, de fuerza centrífuga y leyes de presión, etc.
"Lo que el alumno desarrolla no es una máquina, sino que un prototipo de
organigramas mentales y ya dentro de esa estructura, el alumno construye cosas yendo de lo
más sencillo a lo más complicado", explica. Y para que este proceso mental tenga
éxito, es fundamental que los estudiantes cuenten con cierto grado de libertad.
Para los estudiantes este estudio se transforma en un juego y muchas veces son ellos
los que van determinando la forma en que debe enseñar el profesor que, a juicio de
Gonzalo, requiere una buena preparación para enfrentar esta asignatura.
"El estilo de trabajo (para este tipo de educación) no está arraigado dentro del
profesorado y eso lo estamos explicando dentro de un estilo divergente y creativo. Para
llevar adelante estas cosas, el profesor ciertamente debe conocer un poco de tecnologías,
pero el desafío es más metodológico que técnico, porque aunque el profesor conozca
mucho de tecnología, si se le da recursos metodológicos podría dinamizar muy bien el
aula".
Y a esto apunta el trabajo de Gonzalo en la Uned, donde además de cursos regulares de
formación del profesorado, se imparten materias más atípicas, como las didácticas
especiales, entre las que se cuenta la didáctica de la tecnología.
El hecho de que los profesores se perfeccionen a distancia, ofrece ventajas que se
traspasan a su actividad en el aula, dice Gonzalo. Según el especialista, los profesores
enseñan a sus alumnos de la manera en que ellos han aprendido. "Cuando el profesor
estudia a distancia, adquiere unos hábitos de estudio y de reflexión que cuadran muy
bien con la metodología de la tecnología. El hecho de que tenga una enseñanza, donde no
hay necesidad de ser perseguido por el tiempo, ayuda a que el profesor haga una pedagogía
en la que el tiempo no tenga urgencias. Y si esas claves son las que trasmite a sus
alumnos, puede resultar ser un muy buen profesor".