La Universidad de Concepción cumple esta semana su octogésimo
segundo aniversario, que corresponde a los mismos años de actividad académica al
servicio de la comunidad.
En 1919 un grupo de visionarios penquistas tomó la iniciativa de poner en marcha las
cuatro primeras carreras de nuestra casa de estudios. Hoy, con casi 60 carreras, y 82
años de existencia, es el momento de hacer una pausa y reflexionar sobre el futuro, con
la perspectiva que nos da nuestra historia y sobre las bases de lo que estamos viviendo.
Ser octogenario, en términos de la vida humana, corresponde a un largo período,
momento en el cual la experiencia del camino recorrido permite mirar la vida con
perspectiva. Para una universidad latinoamericana es el momento de la madurez, del pleno
desarrollo.
Mirado desde el plano mundial, somos una universidad joven, comparada con las casi
milenarias de Europa, como son las de Bolonia y Salamanca.
Sin embargo, las eras se han ido acelerando de tal forma, que la incorporación de las
tecnologías, y el avance científico han implicado que las universidades del mundo
-cualesquiera sea su fecha de fundación- están en el inicio de siglo XXI enfrentando los
mismos problemas.
La sociedad del conocimiento, en la que estamos inmersos y por lo tanto con
dificultades para mirarla desde lejos, por una parte ha impulsado de tal manera los
avances científicos que se estima que cada cinco años quedan obsoletos. Las
universidades deben formar entonces profesionales que sepan adaptarse a esta nueva
cambiante realidad, que implica que nada es cierto, nada es seguro.
La estructura de la sociedad moderna impulsa a las nuevas generaciones hacia la
educación superior y sin embargo no garantiza una transición fácil hacia el mundo del
trabajo.
El profesional del siglo XXI, para quien el uso de la tecnología es un requisito
primordial, es el objeto de preocupación de las universidades en la era de la
globalización.
En este aniversario es importante mirar desde lo global hasta lo local, teniendo
siempre presente que nuestra única preocupación es la persona humana.