Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 404 

JUEVES 19 DE ABRIL DE 2000

----------------------------------------------------


Anunciamos
Titulares
N£meros Anteriores
Buscar
Editorial
exalumnos

AnaMaría Maack
El arte de unir periodismo y cultura

"A la Universidad de Concepción la quiero mucho, es mi alma matter, es muy importante para la ciudad, con toda su infraestructura, tradición y peso"

AnaMaría Maack, es directora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad del Bío Bío, pero antes de llegar allí ha recorrido un largo trayecto.

Periodista egresada de nuestra Universidad, trabajó por más de veinte años en el diario El Sur, dedicándose plenamente a la actividad cultural de la ciudad.

Se considera una penquista, que ha salido y viajado fuera de aquí, pero con raíces muy profundas que la atan a la ciudad. Además, le gusta mucho Concepción porque "todavía se dan en ella las relaciones humanas y la gente tiene algo de introvertido y extravertido que los hace especiales".

"Concepción es una ciudad que me gusta desde los pantanos, sus mares, sus aguas, sus cerros verdes. Todavía tenemos bosques nativos y mucho pino, desgraciadamente. Y digo eso por que me gustaría que fuéramos más protectores del bosque nativo".

- ¿Siempre quiso estudiar periodismo?

- Quería estudiar castellano, la verdad. Pero por esas cosas de la vida no se dio y finalmente derivé al periodismo y lo hice en forma muy convencida. En la medida en que pasaban los años me satisfacía cada vez más, era algo que me atraía y que me gustaba. Pero no sabía muy bien cómo me iba a desarrollar dentro del campo profesional. Me daba un poquito de susto: qué voy a hacer con estos instrumentos que nos están dando y cómo voy a proyectarme con este título.

- ¿Y como se dieron las cosas?

- Bueno, empecé a trabajar en el Magazine de la Mujer del diario El Sur, en los últimos años de la década del ‘60 y dentro de esto me fui acercando a la cosa cultural. Y luego que Allende asumió, se cerró el Magazine de la Mujer porque no había auspiciadores. Por lo tanto me desvinculé nuevamente del diario. Luego, en el 72 me llamó Iván Cienfuegos, quien era entonces director de El Sur y me preguntó si me quería hacer cargo de una página cultural. Se me dio esta oportunidad y entré a la cultura por esa vía.

- ¿Y qué pasó entonces, con esta gran oportunidad?

- Llegué a la página de cultura. Me pregunté qué hago yo aquí y qué voy a aportar.

Siempre vibré con la cultura, había estudiado piano y canto, en mi familia se hacía música de cámara, hay pintores y arquitectos, vivimos en torno a la cultura, la actividad plástica. Tenía una vibración muy especial, por todo lo artístico cultural.

Esto no lo tenía claro hasta que entré al diario. Veía la cultura sólo como arte, cometí ese gran error, de pensar que era eso. Pero a poco andar me fui dando cuenta que había que crear el término "cultura artística", para diferenciarlo de la cultura científica, cultura humanista y todo lo demás.

Todas esas cosas las fui descubriendo, porque uno no se va quedando en sus límites. Pero así fue como comencé en la página de arte del diario.

Luego vino el golpe y se produjo el gran éxodo de los artistas, desaparecieron, se escondieron, las voces se acallaron, la música se terminó, hubo un silencio de pronto. Entonces, en el diario debimos concebir la forma de ir impulsando la actividad artístico cultural, ya no sólo estar pendiente de lo que ocurre, sino que nosotros comenzar a impulsar esta actividad.

- ¿Es decir que el golpe los llamó a levantar el ambiente cultural?

- O sea, había que rescatar a los artistas y hacerlos hablar, y saber hacerlo, porque teníamos que evitar perjudicarlos.

Ellos mismos sabían cuidarse, buscaron su leguaje, algunos se pusieron crípticos y empezaron estas manifestaciones de arte-acción de un lenguaje poético que para mucha gente era incomprensible. Ahí comenzamos a traducir ese lenguaje hermético, en realidad a hacer de intermediario por que había claves muy claras, que algunos no querían ver, pero estaban allí. Nosotros estabamos para que no se cortara el vínculo que había entre el artista creador y el público, que era lo que estaba ocurriendo.

- Es decir, para usted hacer periodismo en esa época fue un completo desafío...

- Claro, porque no había tanta actividad. Lo que había era algo muy tímido, los mismos actores, escritores, artistas llegaban con mucha timidez al diario, no sabían como los iba a acoger. Tampoco querían exhibirse, porque estaban corriendo riesgos también. La actividad artística era cuestionada. El artista dice cosas, está mostrando la realidad que está viviendo en ese momento, lo que podía incomodar a las autoridades de esa época, porque no era una realidad tranquila, confortable, cómoda, sino más bien sufrida en algún minuto. Habían desaparecidos, muertos, censura, por lo que había que obrar con mucho cuidado.

- ¿Me imagino que no fue nada fácil?

- Te digo que lo hice con mucha torpeza, creo yo. Llegué a esa página y seguramente cometí muchísimos errores, eso lo tengo muy claro. Pero se trataba de seguir adelante. Lo único que tenía claro, que yo tenía que seguir haciéndolo aunque no lo hiciera en forma perfecta. Fuimos creciendo, de la página dominical, pasamos a tener columnas diarias e incluso suplementos dedicados exclusivamente a la cultura. O sea la cultura fue creciendo con el diario, que asumió ese desafío y lo hicimos nuestro. Nuestra idea era de colaborar al resurgimiento de la cultura artística en Concepción.

- Y usted creció como periodista durante este periodo

- Sí, imagínate, ahí me di cuenta de mis limitaciones. Lo más maravilloso es que cuando tu vas conociendo a tus entrevistados y a otros periodistas, te das cuenta que tienes mucho que aprender de ellos, ya sea porque los estás leyendo o porque trabajas con gente que te da mucho, de todos ellos aprendí algo. Cuando llegó Pacián Martínez, estuvimos trabajando muy juntos en la cosa cultural y con él a un lado tú aprendes una barbaridad.

Karina Silva Burgos