"Debemos ser capaces de garantizar a los jóvenes de Chile que
puedan soñar con alcanzar la Educación Superior, sin otro norte ni otra exigencia que su
dedicación al trabajo y sus capacidades intelectuales y morales", expresó el
Presidente de la República en marzo de este año, en el campus de nuestra Universidad, al
comenzar su mandato de 6 años.
Con estas palabras se abre la página web del ministerio de Educación que presenta un
diagnóstico acabado de la realidad el sistema.
Da cuenta del crecimiento –no siempre orgánico- del alumnado que a fines del año
pasado sobrepasó los 400 mil alumnos.
Uno de los gráficos interesantes es el que muestra el desarrollo de las universidades,
institutos profesionales y centros de formación técnica en la última década.
A partir de 1999 las universidades, que habían comenzado con 80 instituciones, 25 del
Consejo de Rectores y 55 privadas, bajan a algo más de 60. Se mantienen las 25
universidades que forman parte del Consejo, y van desapareciendo algunas privadas como
hemos sido testigos. Los institutos profesionales también han tenido proceso de
consolidación que ha significado estabilizarse en 64. Es en los centros de formación
técnica donde se ha notado más el necesario ajuste del sistema.
Todo hace prever que en esta nueva década, el sistema deberá consolidarse y adaptarse
para dar cuenta de una serie de fenómenos de orden nacional e internacional.
Están egresando los jóvenes que han cursado su educación media y básica bajo los
nuevos planes y programas de la Reforma Educacional, y por lo tanto egresan del sistema
con expectativas diferentes de las generaciones anteriores.
La educación superior también es objeto de cambio. Las nuevas tecnologías implican
variaciones sustantivas en el proceso de enseñanza aprendizaje y surge con fuerza el tema
de la educación a distancia, que es un desafío que la Universidad está enfrentando y
debe asumir con mayor fuerza.