El turismo
rural se levanta como la mejor alternativa para recuperar a un sector que por muchos años
basó su existencia en el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Al menos es lo que
se deduce de las experiencias europeas dadas a conocer durante el seminario que en Los
Angeles concentró la atención de 45 profesionales de diversas áreas.
El doctor en Sociología, Carlos Gómez (Universidad de Zaragoza) señala, que al igual
que en España, muchos países al enfrentar las exigencias de la sociedad industrial se
vieron obligadas a sacrificar un mundo que hasta la década de los 60 convivía en
equilibrio con las actividades propias del área urbana. El medio rural se desectructuró,
primero, por la modernización productiva del sector agrícola y ganadero y, luego, por
los procesos migratorios campo-ciudad por la falta de oportunidades de desarrollo
generadas a partir de las nuevas formas de producción.
Pero, a su juicio, es este mismo sector golpeado por la modernización, el que hoy se
ve como un mitigador de los males de la sociedad actual: el medio rural cobra un nuevo
valor para la gente de la ciudad que busca en él un lugar para el ocio y la recreación
al aire libre, e incluso para levantar zonas residenciales para alejarse del ritmo
acelerado de la vida en la ciudad.
Según el ingeniero agrónomo, Antonio Colom (Universidad Politécnica de Cataluña),
el primer impacto del turismo rural ha sido el nuevo "arraigamiento" de la gente
en el campo. Las experiencias han permitido rescatar del abandono a varios poblados
que en la valoración de sus recursos endógenos han cobrado un nuevo dinamismo.
Una de las bases importantes que sustentan la explotación del turismo es la
revitalización del patrimonio rural, afirma Carmen Lores (master en gestión ambiental,
de la Universidad de Zaragoza) y esto ha posibilitado que, por la vía del rescate del
patrimonio histórico y cultural e incluso antropológico folclore, gastronomía y
formas tradicionales de la actividad económica- las familias mejoren sus ingresos y, por
ende, su calidad de vida.
Esta nueva perspectiva, a juicio de Eugenio Sáez, obliga a dejar de lado la visión de
que el medio rural se agota en la agricultura y la ganadería. Los procesos de
integración económica han hecho ver que estas actividades, para que sean rentables,
deben ser deben sostenidas por un mínimo de personas y que para detener la migración a
la ciudad -que acentúa la marginación de quienes huyen del campo- ha sido necesario
buscar actividades complementarias a lo agrario, "que hasta 10 años eran
impensables". Lo importante afirma- que en estas nuevas actividades hay que
evitar los errores que se han cometido en la ciudad. "Si cometemos los mismos fallos,
el mundo rural pierde su función".
En el caso del turismo, una de las alternativas que ha experimentado un fuerte
crecimiento en los últimos años, lo fundamental es la adecuada planificación, el
conocimiento exhaustivo de la zona y la existencia de infraestructuras apropiadas de apoyo
a la actividad. También la capacitación es un factor importante en el éxito de esta
empresa.
Pero Sáez advierte que el turismo no se sostiene por sí solo y que no es algo en lo
que todos tienen que embarcarse, porque el exceso de oferta puede bajar la rentabilidad de
este nicho. Hay que crear un circuito de actividades accesorias que también implican
desarrollo para el mundo rural: la artesanía, el ecoturismo, el deporte, la
administración del ocio, la gastronomía son productos que están asociados al alquiler
de espacios en el campo.
Sobre Chile señala que hay un enorme potencial para emprender nuevos desarrollos para
el área rural, pues de acuerdo a las conclusiones del encuentro la realidad chilena
presenta similitudes con la española de hace unas décadas y hace prever que haya
evoluciones similares a ese país. Para ello es necesario implicar a las poblaciones
campesinas en proyectos que los integren al sector manufacturero y comercial, realizar con
empresas e instituciones como la Universidad para la formación de agentes de desarrollo
rural, y promover el rescate de la cultura de las etnias, el turismo asociado a fiestas
tradicionales y actividades de preservación y conocimiento de la naturaleza, entre otros.