Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 392 

MIERCOLES 15 DE NOVIEMBRE DE 2000

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Editorial
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Calidad, el futuro del metal rojo

* La disminución de stock ha favorecido la mantención del precio del cobre este año en un promedio de 82 y 84 centavos de dólar la libra. Las proyecciones del Consejo Minero señalan que al 2003, la libra de cobre podría alcanzar entre los 0.9 y 1.12 dólares. Pero los economistas pronostican que a partir del 2005 habrá un cambio en las condiciones del mercado del metal rojo, con una fuerte influencia de los clientes, especialmente los que provienen del mundo asiático. Los conceptos de calidad y usos específicos son los que se impondrán en el futuro.

Un aumento de un centavo en la libra de cobre significaría para Chile incrementar sus ingresos, por este producto, en unos 100 millones de dólares. Con este cálculo, el superintendente de Metalurgia de la división Chuquicamata, Andrés Reghezza, grafica la importancia que pueden adquirir para el país los nuevos escenarios para la comercialización del metal rojo.

El ex alumno y ex docente de la Universidad, premio mejor profesional del año del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile, dictó la conferencia Amenazas y oportunidades en la futura comercialización del cobre, en el auditorio Salvador Gálvez, respondiendo a una invitación del departamento de Ingeniería Metalúrgica.

Reghezza señaló que los economistas pronostican que al 2005 la comercialización del cobre será totalmente diferente del sistema actual: la competencia por mercados no se dará sobre la base de volúmenes de producción sino que apuntará a un mejoramiento de la calidad de los productos, que estarán dirigidos a usos más específicos. Esto supondría para Chile trabajar dos aspectos que aún no son atendidos en la comercialización: la calidad del producto y su transporte.

"Los ingenieros químicos o metalúrgicos que hoy trabajan en la obtención de cobre son responsables en todas las etapas productivas del proceso, pero que no existe ninguna preocupación por el producto". Una gran falencia, en su opinión, pues para que el cobre puesto en el mercado tenga mejores expectativas debe tener el sustento de estudios sistemáticos. "No hay estudios sobre cómo se embarca ni cómo se comercializa. Desde que el proceso productivo termina hay poca responsabilidad sobre la comercialización... hay una laguna que en este aspecto".

Inversiones y calidad

En la década de los 90 la minería concentró el 34% de la inversión nacional, que en su mayor parte estuvo destinada a proyectos hidrometalúrgicos. Desde los 80 a fines de los 90 el número de plantas de extracción por hidrometalurgia se incrementó de 3 a 30. Hay una relación entre el aumento de proyectos en hidrometalurgia y el incremento en los volúmenes de producción experimentado en los últimos años -explica el ingeniero- pero no ha habido preocupación por la calidad del cobre, un factor que influye directamente en sus derivados. "Si el cobre que se vende es bueno, el alambrón que de él se obtenga será bueno o al revés. La etapa posterior del manejo del cobre no hace milagros. No se puede producir cierta calidad si el cátodo que lo generó es malo y eso define la comercialización".

Según Reghezza las exigencias sobre el control de los procesos de obtención de cobre y de la disminución de las impurezas planteadas por compradores europeos, asiáticos y norteamericanos a partir de 1996, van a determinar las características futuras del mercado del metal rojo.

La presencia de impurezas en los cátodos (plomo, azufre, arsénico, selenio) van en abrupta disminución, lo que representa una amenaza para los productores chilenos. "Si en dos años se pidiera que los cátodos de cobre tuvieran menos de una parte por millón de plomo, ningún cátodo nacional podría cumplir con esa exigencia".

La solución, aplicar ingeniería a los procesos de manera de bajar en forma gradual los niveles de impureza –lo que se puede abordar agregando algunos procesos intermedios en la cadena productiva-, orientar la producción a nichos específicos (instalaciones eléctricas, electrónica, transformadores, alta conductividad) y diversificar la cartera de productos (pigmentos, sales y clavos de cobre).

La corrosión

El ingeniero metalúrgico advierte que aunque se logre producir un cobre de alta calidad, los esfuerzos pueden ser vanos si no se resuelven los problemas en el transporte.

"El cobre que llega a los mercados no tiene nada que ver con el producto original", dice. La corrosión atmosférica en el almacenamiento industrial, la del medio ambiente salino en puerto y la que se agrega en el transporte fluvial deteriora las características del producto, generando microgrietas en la superficie, óxidos, porosidad interna.

"Cuando existe mucho mercado, los compradores pueden buscar cátodos que no tengan este problema. Si nuestros compradores hacen contacto con esas empresas habrá una nueva amenaza para nuestro cobre, salvo que se ponga la ingeniería en el camino de la comercialización".

A juicio de Reghezza, es urgente iniciar una discusión sobre los escenarios que deberá enfrentar el cobre nacional en el futuro cercano e impulsar una cultura de la comercialización "antes que se pierdan los clientes". Y en esto, dice, hay una responsabilidad compartida de la industria y el sector académico: involucrarse en la investigación que resuelva los problemas actuales en la producción y comercialización, "porque calidad es estabilidad en el mercado".